Mark Rumors (alter ego creativo de Macos Sánchez), productor y conductor del espacio radial.
Redacción Exposición Mediática.- Hay noches en las que la música no solo suena: respira. Vibra como si la aguja del tocadiscos rozara, una vez más, el corazón de una década que cambió la manera en que el mundo se movía.
Esa es la atmósfera que se reconstruye cada fin de semana en Retro 80 con Mark Rumors, un espacio que no se limita a la nostalgia sino que reinterpreta la memoria colectiva a través del ritmo.
Esta edición —curada íntegramente por Mark Rumors y editada secuencialmente por DJ Mr. Concep— promete ser un viaje de precisión emocional, donde cada transición cuenta una historia y cada historia se sostiene en el pulso del cuerpo que baila este sábado 18 al mediodía por Punta Cana Hits y su repetición el domingo 19 en el mismo horario.
«No se trata de reproducir canciones viejas. Se trata de reconstruir un tiempo en que los sintetizadores eran promesas y los coros una especie de código secreto para sobrevivir al desamor, a la incertidumbre, a la vida nocturna que latía como una ciudad invisible bajo las luces de neón«, dijo Rumors.
«La arquitectura sonora de ‘Retro 80 con Mark Rumors’ advierte afinar sistemas de audio para este sábado«, sentenció Rumors alusivo a que la selección musical pautada debe ser escuchada con sistema de sonido dotado de fidelidad para disfrutar al máximo las canciones.
Desde el primer compás de Flashdance… What a Feeling de Irene Cara, la curaduría establece su manifiesto: la música como motor del cuerpo, como declaración de independencia emocional. Esa apertura, cargada de una energía casi cinematográfica, define el espíritu de la sesión. El tema no solo abre la pista, sino que marca el tono de una época en la que los sueños se bailaban con ropa deportiva y luces estroboscópicas.
A partir de ahí, la secuencia parece diseñada para mantener una tensión rítmica constante. Let the Music Play de Shannon funciona como un recordatorio de que, aunque todo cambie, hay una verdad que permanece: la música nunca debe detenerse. Es la reafirmación del instinto. De lo primario. Luego llega Diamond Girl de Nice & Wild, que traslada al oyente al terreno de la sensualidad tropical y del deseo desbordado, un sonido que en los ochenta fue capaz de unir Miami, Nueva York y el Caribe en un mismo compás.
Cuando irrumpe I Love My Radio de Taffy, la sesión alcanza su primera capa de ironía. Es una canción que suena a confesión: una historia de amor con el sonido mismo, con esa frecuencia modulada que, en tiempos analógicos, era un puente hacia lo desconocido. La nostalgia se mezcla con la velocidad, y el resultado es pura electricidad emocional.
Después llega Venus de Bananarama, un giro inesperado que demuestra el ingenio curatorial de Mark Rumors. La voz femenina adquiere aquí un carácter simbólico: es la diosa que aparece en medio del torbellino sonoro, el momento de pausa en el que el poder femenino toma el control del ritmo. Esa elección no es casual. Es la inserción de una figura de poder en un contexto dominado por la fiebre del baile.
El bloque que sigue es un torbellino de pulsos ascendentes. Two of Hearts de Stacey Q se convierte en la metáfora del doble ritmo que sostiene toda la sesión: el corazón del oyente y el latido de la pista. Luego aparece Rumors de Timex Social Club, y el juego de espejos entre autor y tema resulta inevitable: Mark Rumors se apropia del título como si el eco de su seudónimo dialogara con el contenido mismo de la canción. Los rumores como fenómeno social, como tejido invisible de los ochenta, resurgen aquí con una mezcla de ironía y homenaje.
Le sigue Jealousy de Club Nouveau, un descenso hacia la emocionalidad contenida. La secuencia cambia de color: menos brillo, más tensión. Ese tránsito hacia High Energy de Evelyn Thomas marca un punto de inflexión: la euforia regresa, pero con la madurez de quien ya ha conocido el exceso. El flujo narrativo es tan preciso que parece diseñado para mantener el cuerpo en un equilibrio entre la liberación y el control.

Entonces, sin aviso, la sesión se abre a lo contemporáneo con Like a Toy de Mark Rumors, una incorporación que no solo actúa como declaración autoral, sino también como puente entre épocas. Su textura sonora —de corte cibernético, introspectivo y provocador— dialoga con el pasado desde el presente. Es un recordatorio de que la nostalgia también puede ser vanguardia cuando se maneja con inteligencia estética.
El viaje continúa con Happy Children de P. Lion, donde la memoria adopta un tono casi melancólico. El mundo que se evoca ya no es solo festivo, sino un espacio donde la inocencia y el desenfreno coexisten en la misma nota. Don Quichotte (No Están Aquí) de Magazine 60 mantiene el tono teatral, casi surrealista, mientras que Yo No Sé! de Pajama Party introduce el componente latino, ese fuego que siempre termina ganando terreno aunque la base siga siendo europea o norteamericana.
La mezcla se transforma en una suerte de ritual cuando entra All Night Passion de Alisha: la línea vocal, la percusión insistente, todo suena a los clubes donde la noche parecía eterna.
Y sin que el cuerpo tenga tiempo de descansar, llega The Holiday Rap de Deejay Sven y Mc Miker G, una pieza que rompe la cuarta pared del baile con humor y frescura.
Boom Boom de Paul Lekakis restablece la intensidad, y I Beg Your Pardon (I Never Promised You a Rose Garden) de Kon Kan aporta una sofisticación pop que suaviza la transición hacia el terreno más electrónico. La recta final se abre con The Great Commandment de Camouflage, donde el synthpop europeo alcanza su expresión más pulida. Always on My Mind de Pet Shop Boys añade la capa emocional: la máquina que siente, el hombre que se confiesa detrás de un teclado.
La clausura del set es un despliegue técnico y emocional: What’s On Your Mind (Pure Energy) de Information Society reafirma el diálogo entre humanidad y tecnología que definió el cierre de los ochenta. Perfect Lover de Company B y A Day in My Life (Without You) de Lisette Melendez sellan el viaje con una fusión de deseo, ausencia y redención.
Lo que distingue a Retro 80 con Mark Rumors no es simplemente la nostalgia, sino la manera en que convierte esa nostalgia en una arquitectura sensorial. Cada canción es un ladrillo en una construcción emocional. Cada transición, un gesto de precisión. Lo que para otros es un simple listado de éxitos, para Rumors es un mapa afectivo de una generación que aprendió a entender el tiempo a través del ritmo.
En este sentido, el aporte de DJ Mr. Concep, al editar la secuencia, se vuelve esencial: no altera el mensaje, sino que lo traduce en movimiento. Su labor técnica amplifica la narrativa que Mark Rumors diseña, respetando el espíritu de cada pieza y garantizando que la curva emocional del recorrido no se interrumpa jamás.
El resultado no es una sesión radial. Es un documento sonoro. Una memoria viva del cuerpo que baila, del país que recuerda, de la generación que aprendió que el vinilo no solo giraba: también girábamos nosotros con él. En tiempos donde la música se fragmenta en algoritmos y listas impersonales, Retro 80 con Mark Rumors emerge como una experiencia de identidad: una celebración de la música como lenguaje universal, pero también como refugio.
Y es que, al final, cuando la última nota se desvanece y el silencio comienza a ocupar la frecuencia, lo que queda no es una lista de canciones, sino una sensación: la certeza de que la música ochentera —esa mezcla de inocencia tecnológica, drama pop y energía desbordada— sigue siendo el espejo más fiel de una época en la que todo parecía posible.
Cada emisión lo confirma: hay décadas que no terminan nunca. Solo esperan a que alguien, como Mark Rumors, vuelva a poner la aguja en el lugar exacto donde el tiempo dejó de correr.