Por Miguel Ángel Cid Cid
cidbelie29@gmail.com

El desface de los partidos políticos, el cuento de nunca acabar. La educación política es la base para desentrañar los amarres propios del Poder político. Lo contrario consiste en adoctrinar. Entonces, ¿por qué los partidos prefieren adoctrinar sus miembros?

El bagaje teórico de los integrantes de las cúpulas de los partidos políticos se va empobreciendo de más en más. Ser teórico ya no es un mérito, ahora es una deshonra, un estigma. Cuando se dice: “Ese es un teórico”. En verdad están señalando que eres un vago, un sin servir, un bueno para nada, un pasa cantando…

Los líderes políticos —debido a lo anterior— construyen su propia realidad sin importar consecuencias. La actitud es una manera abusiva sobre cómo asumir la construcción social. Prefieren resultados rápidos, aunque cuesten caros.

Los líderes pretenden, bajo esa premisa, construir organizaciones políticas con miembros embrutecidos. Partidos cuya militancia sienta que renunciar significa el fin del mundo. Que sus seguidores les obedezcan a ciegas.

Así, embelesados en ese mundo ficticio, se jactan de pregonar que disponen de un ejército de incondicionales. Incluso, exclaman: “Ellos sólo confían en mí, yo soy su única esperanza”.

La inseguridad de estos líderes los lleva a ahogarse en un mar de sospechas. Aseguran que hay una trama para destronarlos. Se pasan el tiempo divisando competencia hasta en los rincones más oscuros de la agrupación.

Porque se dan cuenta tarde de las debilidades del adoctrinamiento. Que ellos cayeron en su propia trampa. Que los resultados de la lealtad comprada, del fanatismo, la alucinación, el engaño y el delirio se pierden con facilidad.

Fernando Mejorado, estratega electoral mexicano dice: “Los jóvenes, a los cuatro o cinco meses afiliados a los partidos, comienzan a imitar los líderes del partido”. Repiten sus frases, ensayan el tono de voz y hasta la forma de caminar y sonreír. Cuando lo ideal sería que “inyecten nuevas ideas y narrativas” diferentes.

Pero, ¿qué es el adoctrinamiento?
Adoctrinamiento. Adoctrinar: “práctica que busca inculcar ciertos pensamientos en las personas. Recurre a acciones diferentes para conseguir lo que quiere: que los adoctrinados se apropien de las ideas enseñadas”.

Y todo sigue igual hasta que aparece otro con promesas renovadas. Promesas que reviven las ambiciones que la doctrina mantenía adormecida.
Educación política

La educación política, contrario al adoctrinamiento, propicia un ambiente fluido. Para que cada miembro del partido haga la tarea que le toca sin interrumpir el trabajo de sus compañeros.

En toda asociación humana convergen pensamientos diferentes, de acuerdo a los orígenes socio-económicos de los integrantes. Sucede que estos se van nucleando según sus intereses. Y llega un punto que las contradicciones —si no se tratan a tiempo— terminan siendo antagónicas o irreconciliables.

El rol del líder, en consecuencia, está en orientar a sus seguidores —al través de la educación política— para dirimir las contradicciones antes de que lleguen al antagonismo.

En tal sentido, el propósito principal de la educación política está en formar ciudadanos críticos. Ciudadanos capaces de operar la política para aprovechar las circunstancias en favor de la mayoría. Favorecer escenarios propicios a la participación activa en la sociedad.

Educa para la comprensión del Poder y la autoridad, cómo se ejercen en los diferentes contextos de la sociedad y el gobierno.

Para esos fines deberán conocer la historia y las ideas políticas de su país y en menor grado a nivel internacional. Ponerlos en capacidad de enseñar a otros sobre los diferentes sistemas políticos.

La educación política, además, se empeña en capacitar en el uso de las herramientas para el debate. Todo político debería ser ducho al momento de debatir sobre un tema determinado.

Aprender sobre planificación. A divisar el entorno cercano igual que el entorno lejano. Y con ellos identificar la tendencia histórica. El análisis de los resultados de todo lo anterior conduciría a decidir sobre la tendencia deseada. Es decir, que queremos cambiar: eso es planificar.

Como puede verse, la educación política enseña a pensar. El pensamiento libre, el pensamiento lógico, el pensamiento crítico, la independencia de decisiones… Pero, cuando deciden seguir un líder, la lealtad está asegurada. Porque estos apoyan ideas, apoyan proyectos de nación, nunca individuos.

El adoctrinamiento, en cambio, es inconsistente. Se alimenta de promesas incumplidas. Vive en una zozobra de celos y zancadillas entre sus propios compañeros.
Quizá por lo anterior es que, los líderes políticos prefieren adoctrinar antes que educar. Porque optan por lo fácil, aunque sea caro y dure poco.

 

Loading