Por Antonio Corcino
En cada paso, la República Dominicana se consolida como un referente turístico en el Caribe y más allá.
Conforme pasan los años, alcanza cifras extraordinarias de visitantes que superan a sus habitantes, alcanzando una posición privilegiada en el escenario global.
No obstante, este éxito trae consigo un desafío: gestionar el turismo masivo sin comprometer la sostenibilidad ambiental ni el bienestar social.
En este contexto, las autoridades, en sintonía con el sector privado, tienen por delante recuperar el mercado ruso mediante una jugada estratégica, tanto económica como diplomática y geopolítica.
Turismo ruso: oportunidad estratégica
La reapertura de la Embajada de Rusia en Santo Domingo y la visita del ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, de alguna manera responden a esa voluntad estratégica de marcar un nuevo punto de partida para relanzar las relaciones turísticas y fortalecer la cooperación bilateral.
Debido a la importancia del turismo ruso, el cual venía creciendo de manera sostenida desde 2010, alcanzando un máximo de 245,346 visitantes en 2017. Sin embargo, la pandemia y, posteriormente, el conflicto Rusia-Ucrania provocaron una caída drástica: de 217,082 turistas en 2019 a apenas 24,220 en 2024.
A pesar de este desplome de más del 90 %, el mercado ruso sigue siendo estratégico por su fidelidad y alto poder adquisitivo. Su recuperación significa diversificar emisores y consolidar un flujo turístico más rentable, aún en menor volumen.
Obstáculos y desafíos
En ese sentido, recuperar este mercado está condicionado a superar algunos retos de carácter estructural que no dependen de elementos internos: la limitada conectividad aérea debido al cierre del espacio europeo, las restricciones financieras tras la salida de las formas de pago a través de Visa y MasterCard, y la inestabilidad geopolítica que afecta de forma directa la movilidad de los viajeros rusos. Estos factores externos hacen que la recuperación no sea inmediata ni masiva, sino gradual y estratégica.
Diplomacia y turismo: una sinergia decisiva
En cambio, el gobierno dominicano impulsa acciones concretas para reforzar su liderazgo turístico: ampliación de la oferta hotelera, desarrolla destinos emergentes como Cabo Rojo (Pedernales), Miches (El Seibo) y Punta Bergantín (Puerto Plata), enfocado a diversificar no solo los destinos, sino también a adecuar otras opciones para los visitantes.
De igual forma, a través de las firmas de acuerdos bilaterales y promover campañas de promoción internacional. En este marco, la diplomacia tiene un papel significativo para abrir nuevamente el camino al turismo ruso y convertirlo en un aliado del crecimiento sostenible, pero más con calidad.
Más allá de lo económico, atraer de nuevo a los turistas rusos es equivalente a posicionarnos como puente entre Europa del Este y América Latina con el Caribe.
El objetivo no es recuperar cifras masivas, sino captar viajeros de mayor gasto que generen ingresos sólidos con menor presión sobre el territorio.
En fin, la experiencia nos ha demostrado que el turismo ruso es tan atractivo como vulnerable a factores externos. En tanto, su recuperación está sujeta a convertir la apertura diplomática en resultados tangibles: más vuelos, soluciones de pago accesibles y un acercamiento cultural efectivo.
Reconquistar al turista ruso no será un regreso a los números pasados, sino un salto hacia un turismo más rentable, sostenible y geopolíticamente estratégico.