Por Daniel Santana

El senador Antonio Marte, en una entrevista televisiva, creyó estar defendiendo al Dr. Miguel Hazim, exdirector de SENASA.

Pero lo que hizo fue todo lo contrario: destapar un secreto a voces que refleja la podredumbre del sistema político dominicano.

Con un descuido verbal, Marte confesó que cada vez que llamaba al Dr. Hazim para resolver deudas hospitalarias de “su gente”, éste le respondía con prontitud.

Lo dijo como si fuera un mérito, pero en realidad reveló un crimen moral: la salud en la República Dominicana no es un derecho, es un favor político.

Y ahí surge la pregunta incómoda: ¿de dónde salían esos recursos para pagar internamientos y deudas privadas? ¿Del presupuesto público? ¿De fondos que debieron salvar vidas de los más pobres?

Mientras un senador logra con una llamada lo que un ciudadano no consigue en años de espera, miles de dominicanos mueren en los pasillos de los hospitales.

Yo mismo llevo más de un año esperando una ayuda médica para mi visión, con todos los documentos entregados según el protocolo.

Todavía espero. La diferencia es que no tengo de amigo a don Antonio Marte, ni pertenezco al círculo privilegiado del poder.

La historia se repite

Este no es un caso aislado. Nuestra historia está plagada de políticos que administran lo público como si fuera un feudo personal.

Desde la Era de Trujillo, cuando las becas, las medicinas y hasta el pan se repartían como dádiva del tirano, hasta los gobiernos democráticos recientes donde ministros, senadores y alcaldes se venden como “resolutores” de problemas individuales, en lugar de construir soluciones colectivas.

Por definición, se entiende por clientelismo político al intercambio extraoficial de favores, en el cual los titulares de cargos políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral.

En ese contexto y extrapolado a República Dominicana, el clientelismo dominicano no es solo una estrategia política: es un mecanismo perverso que mata.

•Mata porque si no eres parte del círculo, te quedas afuera

•Mata porque un internamiento se logra por influencia y no por necesidad médica

•Mata porque la vida del pueblo se ha convertido en moneda de cambio para sostener el poder.

Corrupción de poder

Lo que Antonio Marte dijo sin querer no fue un elogio a Hazim, sino la prueba viva de que en nuestro país la salud se negocia, se administra a conveniencia y se reparte como botín.

Eso, en cualquier democracia real, se llama corrupción de poder.

Y mientras tanto, los hospitales colapsan, los medicamentos faltan, y el pueblo sigue muriendo en silencio.

Porque aquí, sin un senador que te llame, no hay cama, no hay medicina, no hay vida.

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