Criptodólar: ¿La próxima jugada de EE.UU. para sostener su hegemonía económica?

 

Redacción Exposición Mediática.- La historia económica de Estados Unidos ha demostrado ser un relato de reinvenciones estratégicas. Cada vez que el sistema amenazaba con colapsar, surgía un movimiento audaz que no solo aseguraba su supervivencia, sino que además consolidaba —al menos por un tiempo— su supremacía global.

En la década de 1930, en plena Gran Depresión, se tomó la decisión de abandonar el patrón oro, liberando al dólar de su dependencia metálica y otorgando al gobierno mayor flexibilidad monetaria.

En los años 70, tras la crisis del petróleo y el fin de Bretton Woods, nació el petrodólar, anclado en los acuerdos con Arabia Saudita y la OPEP para que el crudo se comerciara exclusivamente en dólares, garantizando una demanda planetaria por la divisa estadounidense.

Hoy, casi un siglo después de la primera gran ruptura, y más de cincuenta años desde el nacimiento del petrodólar, muchos analistas se preguntan: ¿Podría la criptomoneda —bajo un modelo controlado por Washington— convertirse en el nuevo recurso de escape de Estados Unidos ante su creciente deuda y debilitamiento económico?

De la fe al poder: el patrón de siempre

Los cambios históricos en la política monetaria de EE. UU. tienen un común denominador: la confianza vino después.

Cuando Roosevelt desvinculó al dólar del oro en 1933, la medida fue percibida inicialmente con temor. Sin embargo, el poder del Estado y el control del sistema bancario garantizaron su aceptación.

En los 70, cuando Nixon desconectó la divisa del oro y consolidó el petrodólar, no fue la fe en el papel verde lo que lo sostuvo, sino los acuerdos militares, diplomáticos y energéticos que obligaron al mundo a usarlo.

Lo mismo podría suceder con las criptomonedas: la confianza masiva no es el requisito inicial, sino el poder geopolítico y el control del sistema financiero global.

El escenario actual: deuda, inflación y multipolaridad

Estados Unidos enfrenta hoy un escenario complejo:

Una deuda pública superior a los 34 billones de dólares, con un ritmo de crecimiento insostenible.

Una inflación que, aunque controlada en cifras oficiales, sigue preocupando en términos estructurales.

La emergencia de bloques alternativos como BRICS, que promueven la desdolarización en sus intercambios comerciales.

Ante este panorama, Washington necesita una nueva carta. Y las criptomonedas, paradójicamente nacidas bajo la filosofía de descentralización y resistencia al control estatal, podrían ser moldeadas en un cripto-dólar sometido a la regulación y supervisión de la Reserva Federal.

¿Cómo funcionaría un cripto-dólar?

Un eventual cripto-dólar o dólar digital (CBDC, por sus siglas en inglés) no sería una criptomoneda libre como Bitcoin o Ethereum. Sería un activo digital respaldado por el poder del Estado estadounidense, con ventajas clave:

Rastreo total de transacciones, fortaleciendo la capacidad de control fiscal y financiero.

Inmediatez en los pagos internacionales, reduciendo costos de transferencia y reforzando la dependencia tecnológica hacia EE.UU.

Integración forzada en acuerdos comerciales, replicando la lógica del petrodólar: países socios obligados a usarlo en intercambios clave.

Mecanismo de deuda más flexible, pues permitiría emitir en formato digital sin necesidad de respaldo físico ni de mayor endeudamiento tradicional.

En síntesis: no se trata de descentralizar, sino de recentralizar con herramientas más poderosas.

Implicaciones geopolíticas

Un movimiento de esta magnitud tendría efectos inmediatos:

China y Rusia acelerarían el desarrollo de sus propios sistemas alternativos, pero enfrentarían la dificultad de competir contra la infraestructura financiera ya dominada por EE.UU.

Europa se vería en la disyuntiva de aceptar el cripto-dólar en su comercio o apostar más fuerte por el euro digital.

Latinoamérica y África podrían quedar atrapadas en la dependencia tecnológica, viendo cómo sus economías digitales se pliegan al modelo estadounidense.

El punto clave es que, si Washington logra imponer un estándar global, la narrativa de la desdolarización podría convertirse en un espejismo.

Una lección histórica

El recorrido del dólar nos enseña que EE.UU. nunca necesitó fe inmediata para imponer sus modelos.

• En los 30, no hubo fe en abandonar el oro: hubo poder político.

• En los 70, no hubo fe instantánea en el papel verde: hubo petróleo y ejércitos.

• En el futuro, no hará falta fe en el cripto-dólar: bastará con la fuerza de las sanciones, los tratados y la infraestructura tecnológica. La confianza llegará después, cuando no exista otra alternativa.

Síntesis

¿Es el cripto-dólar inevitable?

No necesariamente. Pero lo que sí parece inevitable es que Estados Unidos buscará —como lo ha hecho siempre— un mecanismo para sostener su hegemonía financiera.

Y si la historia sirve de guía, podemos anticipar que, cuando se produzca ese salto, no dependerá de la voluntad de los mercados ni de la fe de los ciudadanos, sino de la misma fórmula que ha definido el poder monetario norteamericano durante casi un siglo: control primero, confianza después.

 

La redacción de Exposición Mediática agradece la colaboración de Otto De La Torre al contribuir a la confección de este artículo.

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