El desafío del sargazo y su amenaza al turismo dominicano

 

Por Dr. Luis Darío Pion Bengoa

Antes de entrar en materia respecto a esta publicación, les comparto que por definición se considera al sargazo como un alga marina parda que, aunque es un componente natural de los océanos y sirve de refugio y alimento para la fauna marina, en exceso puede afectar negativamente las costas caribeñas al acumularse en las playas y descomponerse, generando malos olores y cubriendo el agua con una capa que impacta el turismo y el ecosistema.

Las causas de su aumento son complejas e incluyen cambios en la circulación oceánica, el calentamiento del agua y el exceso de nutrientes provenientes de fertilizantes agrícolas.

En ese contexto, entramos en materia: Esas algas marinas que han invadido de manera creciente nuestras costas en los últimos años, que de hecho, en La Romana por ejemplo la playa Caleta y Boquerón tienen presencia de la citada alga, se ha convertido en un serio desafío ambiental, económico y social para la República Dominicana.

Este fenómeno, vinculado al cambio climático y a los desequilibrios ecológicos ocasionados por la agresiva intervención del hombre sobre la naturaleza, constituye una amenaza latente al desarrollo sostenible de nuestra principal industria: el turismo.

Hasta hace poco, el sargazo era prácticamente desconocido en nuestras playas. Sin embargo, hoy llega de manera masiva, especialmente en los meses de verano, acumulándose en las orillas y provocando un efecto devastador.

Al descomponerse, produce un hedor penetrante y desagradable, afecta la calidad del agua y genera una imagen negativa para quienes nos visitan buscando el paisaje idílico que ha caracterizado a nuestro litoral durante décadas.

No se trata solamente de un problema estético o ambiental. El impacto del sargazo repercute directamente en la economía nacional, en la reputación internacional de nuestro turismo, y en la salud pública.

La putrefacción de estas algas atrae insectos, puede ocasionar problemas respiratorios, irritaciones en la piel, y compromete seriamente la seguridad sanitaria de las comunidades costeras.

Es por ello que hacemos un llamado firme y respetuoso al señor Presidente de la República, Luis Abinader, para que, a través de los organismos competentes —Medio Ambiente, Salud Pública, Obras Públicas, la Armada Dominicana, Defensa Civil y los ayuntamientos locales— se conforme un plan de emergencia integral y coordinado.

La magnitud del problema exige no solo acciones correctivas inmediatas, como la recolección diaria y el saneamiento de las playas, sino también políticas de investigación, prevención y colaboración internacional.

Recordemos que el turismo ha sido el motor de nuestro crecimiento económico en los últimos 30 años.

No podemos darnos el lujo de permitir que esta situación degrade la confianza de inversionistas, operadores hoteleros y, sobre todo, de los millones de visitantes que escogen nuestras playas como destino.

La solución demanda tecnología, inversión y voluntad política. Países del Caribe y América Latina enfrentan problemáticas similares y algunos han avanzado con iniciativas de monitoreo satelital, barreras marinas, programas de reciclaje del sargazo para producir biocombustibles, fertilizantes o materiales de construcción. La República Dominicana no puede quedarse atrás.

Sabemos que en la actualidad se trabaja en la búsqueda efectiva de métodos de gestión adaptativa y economía circular para valorar el sargazo.

La investigación sobre su uso en la producción de biogás, fertilizantes, materiales biodegradables e incluso alimentos y forraje, podría arrojar una solución alterna para un destino confiable en su recolección.

Mientras tanto, el sargazo es un reto de este siglo y una advertencia de la naturaleza: la degradación ambiental global tiene consecuencias palpables y locales.

Analizar esta noticia, más que un ejercicio periodístico, debe convertirse en un llamado a la acción nacional en procura de evitar que su desarrollo nos afecte como destino turístico.

El Autor es médico epidemiologo.

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