El dominio marítimo e insular como vía segura para constituir un poder imperial

 

Por: Marcos José Núñez

En nuestro artículo anterior publicado la otra semana titulado “La gran importancia estratégica y marítima del Caribe insular”, abordamos el tema de la importancia capital para las potencias que desean construir hegemonía de dominar mares e islas, esto es, la talasocracia, comparando lo realizado en la antigüedad con su paralelismo en épocas mas recientes.

En este trabajo de opinión pretendemos explicar aún mejor y apuntalar lo esbozado anteriormente. El concepto de Talasocracia desde el punto de vista del pueblo griego -quien a través de su lingua franca creó el término- se traduce como el poder de controlar o gobernar los mares.

Tanto en la Edad Antigua con Cartago y Roma principalmente, en la Edad Moderna con España y Portugal como en la Edad Contemporánea con Reino Unido, Holanda, Francia y Estados Unidos de América, hemos tenido modelo de potencias imperiales que lograron un gran poderío a través de controlar grandes masas de agua y territorios de todo tipo empezando por los insulares.

Además tuvimos durante casi toda la Edad Media, la fuerte presencia marítima de dominio y control en el mar Mediterráneo y sus mares conexos de las importantes repúblicas de Génova y Venecia.

En la Edad Antigua, los griegos continentales denominaron como una “talasocracia” a la civilización minoica, desarrollada y asentada en la isla de Creta en el Mediterráneo oriental. El asunto vino a colación por el gran desarrollo arquitectónico y cultural que exhibió esa civilización y con la influencia ejercida en todos sus alrededores.

En la tradición oral ancestral de los griegos perduró el relato pre-histórico del gran rey Minos, gobernante legendario de la isla de Creta que desde su “Palacio de Knossos” había extendido su gran poder, conquistando grupos de islas cercanas. En la misma época de los cretenses en la llamada edad de bronce, se ha datado que Egipto era el más importante imperio afro-asiático por encima de los reinos de los Hititas, Babilonia, Acadia, Asiria y que en su mayor esfuerzo de expansión, buscó la conquista de territorios continentales y ciudades-estado hacia Canaán, Siria y el sur de Anatolia, configurando con ello una telurocracia, esto es, el poder de controlar exclusivamente territorios.

Hay evidencia pictográfica y documentada de que la marina egipcia tenia intercambios comerciales en oriente tanto con griegos como con cretenses y con gran parte del occidente del Mediterráneo desde las islas de Cerdeña, Sicilia hasta la Iberia (España) e igualmente con los pueblos alrededor del rio Nilo, hacia el sur del continente africano, pero no establecieron puestos militares, ni crearon puertos comerciales, mucho menos realizaron conquistas insulares de importancia.

Se ha establecido en algunos escritos arqueológicos y antropológicos de la presencia de una misma raza mediterránea anterior a la civilización minoica en toda la costa occidental y oriental del mar, antes de los tiempos históricos a partir de hallazgos de objetos propios de culturas que parecían tener similaridades y lazos a través de la navegación, pero nada de esto apunta a sociedades dedicadas de manera sistemática a un control y gobierno sobre los mares.

Igualmente se ha subrayado en esas mismas fuentes que la talasocracia surgió con las migraciones desde el norte de África hacia el sur y centro de Europa en el neolítico, mucho antes que el ascenso de Egipto, Creta, Grecia, Cartago y los fenicios pero aquello carece de sustento, ya que de lo que se trató fue de traslado de poblaciones o migración en búsqueda únicamente de lugares fértiles donde asentarse ante la desertificación africana y que para lograr su objetivo, cruzaron el Mediterráneo de sur a norte.

Cabe destacar, que efectivamente la civilización cretense llegó a tener contacto con otras islas circundantes como el grupo de las Cicladas y a transferir parte de su cultura a los habitantes de esos pueblos pero, no hay evidencias arqueológicas concluyentes de que se haya constituido un poderío marítimo y militar en el Mediterráneo oriental, dado que se ha desenterrado ciudades no fortificadas en los territorios insulares del mar Egeo, durante el periodo que se atribuye al apogeo de los minoicos entre los años 3000 al 1400 antes de Cristo.

Heródoto, el famoso relator griego y a quien algunos atribuyen el haber inventado la historia como disciplina y ciencia, es decir, hacerla sistemática, y organizada, afirmaba en su obra cumbre “Las Historias” que el dirigente político Policrates, “había sido el primero de los griegos que nosotros conozcamos, el cual pensó en tener una talasocracia, mas allá de Minos de Knossos, y algún otro, si lo hubo, que fue el primero que gobernó los mares.”

Evidentemente que los griegos no se consideraban así mismos como una talasocracia propiamente, sino que eran una serie de ciudades-estados independientes con diferentes sistemas de gobierno entre los que estaban la democracia, la tiranía, la aristocracia, la oligarquía, la monarquía, la diarquía, entre otros, pero nunca se unieron de forma permanente para constituir una talasocracia consolidada propiamente dicha.

La mayoría de las ciudades-estado griegas tenían su propia moneda, ejército profesional, flota mercante, leyes y asamblea.

Las ciudades-estados griegas se encontraban en franca dispersión en un territorio continental e insular (tanto de Europa como de Asia Menor) relativamente amplio pero accidentado y solo les acercaba, el uso del idioma, la religión y ciertos rasgos culturales comunes, exceptuando Esparta, una ciudad-estado con importantes diferencias culturales con el resto, para poner solo un ejemplo.

Sería una obra posterior, exclusivamente de los macedonios en el siglo IV a.c., la unificación definitiva con Grecia al sur, sin embargo, estos conquistadores norteños con Alejandro Magno como líder, tenían más apetencias de lograr una telurocracia imperial, es decir, apropiarse de las provincias territoriales en oriente del reino de los persas y llegar hasta Asia central y el norte de la India, como sobradamente lo hicieron, que poner su atención exclusivamente en el dominio de los mares, lo que daban por descontado con el triunfo sobre los persas en el siglo V antes de Cristo.

Los griegos con todo y su fragmentación política, eran una raza eminentemente pacífica, dedicados principalmente al comercio y la cultura; solo se unían en ocasiones especiales, constituyendo ligas o confederaciones para repeler un enemigo común más poderoso que todas las ciudades-estado juntas como sucedió en las mencionadas “guerras médicas” y en otros conflictos históricos de menor importancia.

Al igual que los fenicios (de quienes copiaron el alfabeto y técnicas de comercio, también de navegación), los griegos de manera individual, exploraban y luego colonizaban territorios fundando ciudades como la Neápolis en Magna Grecia al sur de la península itálica (la actual ciudad de Nápoles) y Masalia en el sur de las Galias (la actual ciudad de Marsella, Francia) desde donde pasaron al Atlántico norte en viajes de exploración alcanzando las islas británicas y el mar Ártico, al oeste.

No obstante, las ciudades-estados griegas (Atenas, Esparta, Tebas, Focea, Corinto, Mileto, para mencionar algunas) mantenían disputas económicas y comerciales entre sí, la mayor parte del tiempo, pese a su identidad cultural helénica, llegando incluso a conflictos bélicos de envergadura entre ellos como lo fue la “Guerra del Peloponeso”. Hay que resaltar que eso no sucedía tanto así con el pueblo de los fenicios, ni con el imperio persa, pese a la derrota de este último, al intentar crear una talasocracia para dominar todo el Mediterráneo oriental frente a una confederación bélica de los pueblos griegos independientes de Jonia en Anatolia (hoy Turquía) y la región de Acaya (hoy Grecia) en el continente europeo.

Los fenicios que fueron contemporáneos de la civilización minoica, del imperio de los hititas y del imperio egipcio, se dedicaron al comercio marítimo y la exploración de rutas dejando para una fase posterior la colonización de islas y territorios. Eran competidores de los griegos en el mar Mediterráneo pero, no hubo un gran conflicto entre potencias marítimas rivales sino meras disputas comerciales entre ciudades-estado.

Los fenicios al igual que los griegos estaban divididos en ciudades-estado autónomas asentadas en una región costera estrecha al oeste de Siria y al norte de Canaán que no constituían todavía una nación unificada. Tal es el caso de las famosas ciudades de la antigüedad como Tiro, Sidón, Biblos, Acre, Arados y Ugarit, no obstante, siglos después, si hubo conflictos entre cartagineses o púnicos (pueblo norteafricano de ascendencia fenicia que constituyó un estado unificado) y ciudades-estado griegas independientes de la influyente Atenas en el Mediterráneo occidental, como la ciudad-estado de Siracusa por ejemplo, en cuanto al control de rutas e islas directamente.

Aunque la ciudad de Utica, según los griegos, era el asentamiento más antiguo de los fenicios en el norte de África, Cartago, ciudad-estado fundada con el nombre fenicio “Qart-Hadash” en el siglo IX antes de Cristo, emergió con fuerza siendo factoría de materias primas y puerto de importancia estratégica por parte de los fenicios de la ciudad-estado de Tiro y con el paso de los siglos, extendió su dominio territorial por toda la región de su asentamiento originario, unificando otras ciudades y puertos en los actuales territorios africanos de los países de Túnez, Marruecos, Argelia y Libia, entre otros.

Al caer las ciudades de Fenicia en manos de los persas en el siglo VI a.c., Cartago se independizó totalmente de Tiro, para convertirse en un estado unificado y una potencia regional independiente, fortificando sus ciudades e iniciando desde allí, la exploración, colonización y conquista militar de importantes rutas marítimas, territorios e islas en el centro y occidente del mar Mediterráneo e incluso más allá, en el océano atlántico.

Es en ese contexto que se producen primero enfrentamientos bélicos con colonias helenas en una serie de conflictos púnico-griego de corta duración, ganados por el estado púnico y luego, el trascendente enfrentamiento en tres fases durante unos 120 años entre colosos como la república romana y el imperio de Cartago, por el recelo mostrado por Roma del inmenso poder y extensión territorial de los cartagineses en el Mediterráneo occidental, poseyendo ciudades muy ricas en gran parte de la península ibérica como Cartago Nova (la actual Cartagena en España) y las islas de Sicilia, Cerdeña, Córcega y las Baleares, entre otras.

Roma destruyó totalmente Cartago en el año 146 a.c. en la llamada tercera guerra púnica, luego de ellos haberse apoderado cincuenta años antes, en la segunda guerra púnica de la mayoría de sus posesiones territoriales en Europa y las islas del Mediterráneo. Cartago quedó arrasada y el territorio norteafricano convertido en provincia romana con la ciudad de Utica como capital de la nueva demarcación.

Es por eso que Roma copia el modelo de talasocracia y absorbe las posesiones de Cartago, para lograr un predominio absoluto en el Mediterráneo occidental y seguiría poco después, su búsqueda de control político y militar sobre el Mediterráneo central y oriental, enfrentándose a los nuevamente dispersados griegos que se unieron especialmente para formar la Liga Aquea, siendo éstos de todos modos derrotados por los romanos en la famosa batalla de Corinto y luego, los romanos se enfrentaron con éxito también a una debilitada Macedonia, todo eso más o menos en la misma época en que destruyeron definitivamente a Cartago.

De esa manera, los griegos, un pueblo culto y pacífico, quedó sojuzgado al poder militar y marítimo de los romanos que solo les faltaba (para cimentar el gran imperio que lograron) por conquistar gran parte de Asia Menor, el reino griego seleúcida de Siria y el reino griego tolemaico de Egipto, lo que lograrían eventualmente durante todo el transcurrir del siglo I antes de Cristo. Grecia quedaría definitivamente bajo dominio romano en el año 27 a.c. cuando se crea la provincia de Acaya, cuya capital se fijó en Corinto, antigua ciudad-estado ubicada al sur de Atenas.

Es ese modelo talasocrático que emularían parcialmente las repúblicas de Génova y Venecia como hemos señalado anteriormente y más adelante lo haría a lo grande el reino unificado de España con el dominio del mar Caribe, el océano Atlántico norte, el Atlántico sur y buena parte del océano Pacifico, lo que perduró -con pérdidas graduales de posesiones- desde 1492 hasta 1898.

Le sucedería el imperio británico sobre todo en el Atlántico norte después de la batalla naval de Gravelinas en 1588, donde fue vencida la “Armada Invencible” de los españoles y la posterior fundación de las trece colonias británicas de Norteamérica a partir de 1621; hay que resaltar que los británicos ampliaron su presencia también en el Pacifico en paralelo a los españoles y llegaron a conquistar gran parte de Oceanía.

Y por último, los EE.UU. lograrían control marítimo con gran éxito desde la segunda guerra mundial hasta el presente -como lo indicamos en el artículo anterior- que según se dice al momento de escribir este trabajo, poseen cerca de ochocientas bases militares -en su mayoría navales- en todo el globo terráqueo.

No es casualidad que dos de las ramas de las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América se denominan en términos marinos como es el cuerpo de los “Navy” que viene siendo la armada marítima especializada en ataques con buques y enfrentamiento en el mar y por otro lado, los “Marines” que son infantería naval de asalto para invasión y posterior combate terrestre.

Igualmente se debe mencionar el famoso “Comando Sur” de las fuerzas armadas estadounidenses que opera más abajo del Estado de la Florida, es decir, en todo el Caribe y parte del Atlántico norte-central. Ese poderoso comando se constituyó a posteriori, más de sesenta años después de los sucesos que condujeron a la guerra hispano-americana que otorgó la superioridad naval definitiva a E.E.U.U. sobre España en el mar Caribe y por vía de consecuencia, en todo el continente americano.

Para más Inri, el famoso estratega naval norteamericano, almirante Alfred Thayer Mahan escribió en 1890, casi nueve años antes de la guerra entre los Estados Unidos y el Reino de España que “el poder marítimo es la base vital del poderío de un estado, cuando se sustenta de forma apropiada por un correspondiente poder naval como elemento indispensable de la grandeza nacional.”

Mahan agregaría además en sus escritos que “la supremacía en el mar es parte integral de la destreza comercial y militar de una nación.” Estaba claro para el famoso militar norteamericano, quien había estudiado detalladamente los modelos imperiales de la antigüedad y de la época contemporánea, que el control del mar combinado con un fuerte despliegue naval era un elemento “sine quae non” para alcanzar la hegemonía absoluta de un imperio en expansión.

Por último, nos permitimos mencionar humildemente los elementos fundamentales y obligatorios que constituyen una verdadera talasocracia y que ha permitido construir supremacía o poder imperial a través del mar, son los siguientes:

• Un Estado unificado (poder debidamente organizado)

• Comercio marítimo

• Población en aumento

• Exploración insular & territorial

• Control militar (conquista de rutas y territorios)

• Dominio político (subordinación de países)

• Apropiación de riquezas (recursos naturales)

• Transferencia cultural (colonización)

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