Redacción Exposición Mediática.- En el tablero geopolítico contemporáneo, hablar de China es hablar de un poder que rebasa lo económico y lo demográfico para situarse con firmeza en el terreno de lo militar.
Con más de dos millones de efectivos en servicio activo, las Fuerzas Armadas de la República Popular China —formalmente conocidas como Ejército Popular de Liberación (EPL)— constituyen el brazo armado del Partido Comunista Chino y uno de los principales pilares sobre los cuales se sostiene la influencia global de Pekín.
La pregunta esencial que muchos analistas se hacen hoy no es si China es una potencia militar, sino hasta qué punto está en condiciones de disputar, en igualdad de fuerzas, el liderazgo estratégico a Estados Unidos y sus aliados.
Origen y carácter del Ejército Popular de Liberación
El EPL fue fundado en 1927 durante la insurrección de Nanchang, en el marco de la guerra civil china. Desde entonces, ha estado intrínsecamente ligado al Partido Comunista, no como un ejército nacional convencional, sino como una fuerza partidaria destinada a garantizar la supervivencia del régimen.
Esta peculiaridad explica que, en la China contemporánea, las Fuerzas Armadas no juren lealtad al Estado en abstracto, sino al propio Partido Comunista y a su máximo líder, actualmente Xi Jinping.
Con el paso de las décadas, el EPL se transformó desde un ejército campesino de guerrillas en una de las maquinarias militares más grandes y tecnológicamente ambiciosas del planeta.
Hoy, es considerado por varios centros de investigación estratégica como la segunda fuerza armada más poderosa del mundo, detrás de Estados Unidos, pero con un margen de diferencia cada vez más estrecho.
Estructura organizativa
El EPL se compone de cinco ramas principales:
• Fuerzas Terrestres (Ejército de Tierra): con aproximadamente un millón de efectivos, es la rama más numerosa. Aunque en el pasado se caracterizó por un modelo defensivo estático, en los últimos 20 años se ha transformado hacia una doctrina más ágil, con brigadas mecanizadas, unidades aerotransportadas y artillería de largo alcance equipada con misiles de precisión.
• Armada del EPL (PLAN): la fuerza naval china es hoy la más grande del mundo en número de embarcaciones, con más de 350 buques de guerra. Incluye portaaviones, destructores, fragatas, submarinos nucleares y convencionales. Su foco estratégico está en el control del Mar del Sur de China y el estrecho de Taiwán, pero sus operaciones en el océano Índico y el Mediterráneo ya reflejan un claro afán de proyección global.
• Fuerza Aérea del EPL (PLAAF): dispone de más de 3,000 aeronaves de combate, incluyendo cazas de quinta generación como el Chengdu J-20, considerado la respuesta china al F-22 estadounidense. A esto se suman bombarderos estratégicos H-6 con capacidad nuclear y una red de misiles tierra-aire de alcance extendido que forman un “escudo aéreo” de enorme complejidad.
• Fuerza de Cohetes del EPL (PLARF): es el componente estratégico responsable de los misiles balísticos convencionales y nucleares. Posee misiles intercontinentales (ICBM) capaces de alcanzar territorio estadounidense, misiles hipersónicos en fase avanzada de despliegue y armas diseñadas para neutralizar portaaviones. Es, sin duda, una de las ramas más temidas de las fuerzas armadas chinas.
• Fuerza de Apoyo Estratégico (SSF): la más reciente, creada en 2015. Se centra en guerra cibernética, espacial y electrónica. Su misión es garantizar que China no solo tenga poderío convencional, sino también superioridad en dominios emergentes como el ciberespacio, el espectro electromagnético y la órbita terrestre baja.
Capacidad nuclear y disuasión estratégica
China es reconocida oficialmente como potencia nuclear desde 1964. A diferencia de Estados Unidos o Rusia, que poseen arsenales de más de 5,000 ojivas, el arsenal nuclear chino se estima en alrededor de 500 cabezas, aunque informes recientes sugieren un rápido aumento en su capacidad de despliegue.
Más allá de la cantidad, lo que preocupa a Occidente es la modernización de sus vectores: misiles intercontinentales DF-41 con capacidad de transportar múltiples ojivas (MIRV), misiles hipersónicos DF-17 y sistemas antisatélite.
Estos desarrollos muestran que China busca una disuasión nuclear creíble capaz de proteger sus intereses en caso de una confrontación directa con Estados Unidos.
Innovación tecnológica y modernización
La transformación del EPL en las últimas tres décadas ha sido vertiginosa. Desde la Guerra del Golfo en 1991, donde observó con detenimiento la supremacía tecnológica estadounidense, Pekín comprendió que su ejército obsoleto debía reinventarse.
A partir de ahí, comenzó una inversión colosal en investigación y desarrollo de armamento, drones, inteligencia artificial aplicada a la guerra y construcción naval.
Hoy, China lidera en áreas como drones de reconocimiento y ataque, radares de nueva generación, sistemas de guerra electrónica y misiles hipersónicos, tecnologías que le permiten, al menos en teoría, desafiar la hegemonía militar estadounidense en el Pacífico.
Despliegue regional y global
Aunque la doctrina oficial del EPL sigue siendo “defensiva”, su presencia más allá de las fronteras se ha incrementado.
Bases militares en Yibuti, despliegues navales en el océano Índico y operaciones conjuntas con Rusia evidencian un cambio: de un ejército limitado al territorio nacional, a una fuerza con ambiciones de alcance planetario.
El Mar del Sur de China constituye, sin embargo, el núcleo de su interés. Allí, Pekín ha construido islas artificiales militarizadas, con pistas de aterrizaje, radares y misiles, consolidando un “escudo” que desafía la libertad de navegación reclamada por Estados Unidos y otras potencias.
Debilidades y desafíos
No todo es fortaleza. El EPL enfrenta retos internos significativos:
• Corrupción en los altos mandos, que ha obligado a Xi Jinping a realizar purgas y reestructuraciones frecuentes.
• Experiencia de combate limitada: a diferencia de Estados Unidos, China no ha participado en guerras a gran escala desde 1979, cuando invadió Vietnam con resultados cuestionables.
• Dependencia tecnológica: aunque ha avanzado en innovación, aún depende en parte de ingeniería inversa y espionaje industrial.
Estos factores generan dudas sobre la eficacia real del EPL en un conflicto prolongado de alta intensidad.
China frente al mundo
En términos estratégicos, las Fuerzas Armadas de China representan el mayor desafío a la supremacía militar estadounidense desde la Guerra Fría.
La disputa en torno a Taiwán, el control del Mar del Sur de China y la competencia tecnológica definen un escenario donde la posibilidad de una confrontación accidental no puede descartarse.
Para Pekín, el EPL no es solo un ejército: es la garantía de que su ascenso como superpotencia no pueda ser detenido por presiones externas.
Para Washington y sus aliados, se trata de un rival que obliga a replantear doctrinas, alianzas y presupuestos de defensa.
Síntesis
Las Fuerzas Armadas de China son, hoy, el reflejo de una nación que ha decidido no contentarse con ser la “fábrica del mundo”, sino que aspira a escribir las reglas del siglo XXI.
Su capacidad terrestre, naval, aérea, nuclear y tecnológica la coloca en una posición de rivalidad directa con Estados Unidos.
Pero la fuerza bruta no lo es todo: el EPL deberá demostrar, llegado el caso, que su poderío no es solo un despliegue numérico y tecnológico, sino también operativo y humano.
En ese pulso entre la experiencia bélica de Occidente y la modernización acelerada de Oriente se juega buena parte del futuro de la seguridad internacional.
El mundo observa con expectación. Porque detrás de cada portaaviones en el Pacífico, de cada misil hipersónico probado en secreto y de cada satélite militar chino lanzado al espacio, late la evidencia de que estamos frente a una nueva era: la de un dragón armado, despierto y decidido a no volver a dormir.