Por Rafael Chavez
Como paradoja de la vida, observando un mensaje sobre comportamiento social y desarrollo de una nación. Entendí perfectamente lo que sucede en nuestro país.
Aquí hay 35 agrupaciones políticas, más, no sé cuántos movimientos sociales o políticos no reconocidos oficialmente. Eso se parece a la pelota criolla. Tres equipos poderosos (tres partidos fuertes), tres equipos débiles, un montón de partidos minoritarios.
Los seguidores de esos equipos de baseball se pelean entre sí, argumentando la calidad de sus equipos. Llegando inclusive a las peleas. Igualmente, pasa en la política nuestra; los partidos llamados mayoritarios en su estructura están compuestos por individuos de diferentes estratos sociales, los cuales son usados como barras de contención y de ataques en su momento. Como en un juego de béisbol.
Mientras sus grandes dirigentes se reúnen, llegan a acuerdos, comen juntos y conversan. Eso sí, parecen mafiosos italianos con cachiporras escondidas para en el menor descuido darle un garrotazo a su adversario.
Lo mismo pasa con el fanático de la pelota criolla. Se juntan en el estadio, se dicen de todo, toman algún aguardiente y, en el menor descuido, puede dar una cachetada al del equipo contrario. Se arma el problema y los que antes compartían ya son enemigos acérrimos.
La política y los partidos son iguales. Por lo menos en el tipo de sociedad en que nos toca vivir. No existe una sola propuesta a nivel de salas congresuales donde todos hayan llegado cantando la misma canción al mismo tono. Pero el cerebro de garrapata del político nuestro es, ¿y lo mío dónde está? De ahí el gran problema como sociedad que tenemos.
Pero cada cierto tiempo los equipos de baseball conforman un único equipo; ese equipo representa a todo un país y entonces, como por arte de magia, todos los fanáticos de cada equipo olvidan sus diferencias, ya no ven si su camiseta es roja, azul, amarilla, verde, marrón o gris. No, todos son la bandera dominicana.
Imaginemos por un momento que, y es cierto, pero imaginemos que: los morados, verdes, azul y blanco, rojos y el resto del arcoíris de colores decidieran ser una sola bandera. La que forjaron las manos de las mujeres trinitarias. Para ser un solo ideal, una sola propuesta, las mismas metas de desarrollo. Donde aceptaríamos las consecuencias de las acciones justas, pero castigando en conjunto al que mete la pata. ¿Dónde llegaríamos como Nación?
Es una interesante propuesta. Sabemos que en nuestra pelota, al final del torneo, donde todos estábamos unidos bajo la misma bandera. Hacemos las críticas más despiadadas, pero en lo referente al desarrollo integral de un país. Toda la Nación tiene que remar como en nado sincronizado de canoas, a un mismo compás, para alcanzar el éxito total.
La realidad nacional de la RD, es el reflejo de cómo ha sido dirigida por los representantes de esas barras bravas de los partidos políticos de turno. Lo interesante es que ninguno de ellos puede decir, que no es el responsable de los resultados del subdesarrollo existente. Es decir, que: quienes pierden los partidos en el terreno son los jugadores (funcionarios y su presidente), pero quién tiene que pagar todos los gastos del juego son los fanáticos (el pueblo). Cosa que sí lo vemos, desde un punto de vista real. Quien gobierna una nación como la nuestra, hace lo que le da la gana. No sigue los programas del pasado, ya que en su cerebro tiene los propios.
No hay una verdadera realidad de representación de ese equipo que sea de toda la Nación.
Siempre he creído que cuando todo un país piensa igual, se logran esas metas. Pero mientras parezcamos a fanáticos de pelota, el nuestro y toda Latinoamérica estaremos divididos por siempre. Mientras las cúpulas, comen juntos, aun pareciendo mafias italianas.
Seguimos con este y otros temas de interés colectivo.
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