La Revolución de Abril en República Dominicana no fue una revolución

 

Por Marcos José Núñez

La gran mayoría de los dominicanos de nuestra generación, de las anteriores a la nuestra y los más jóvenes ha crecido creyendo por todo lo que dicen los libros de historia en escuelas y colegios, así como en la literatura menos sectorizada que lo que sucedió en nuestro país en abril de 1965, fue una revolución.

El levantamiento armado de 1965, no fue tal revolución ni tampoco inició en abril. La verdadera conspiración comenzó con la guerrilla rural fallida de Manaclas en noviembre-diciembre de 1963, la cual preparó el camino y ambientó de manera definitiva, los ánimos de lucha de militares y políticos constitucionalistas durante los siguientes diecisiete meses.

Hay que decir que fueron meses de preparación, haciendo contacto con cuadros militares medios y de base, es decir oficiales de baja graduación, uno que otro alto oficial y soldados rasos para incorporarlos al grueso de civiles armados y dirigentes políticos del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), partido oficial hasta el momento que se produjo el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963, hecho que origino la revuelta de abril de 1965.

José Francisco Peña Gómez fue el líder del sector político-partidario de la conspiración de los constitucionalistas para derrocar al tristemente recordado gobierno del “Triunvirato” encabezado por Donald Reid Cabral, gobierno que había sustituido ilegalmente al gobierno constitucional del presidente Juan Bosch y Gaviño.

Por otra parte, aunque estaba de puesto diplomático en Chile, a raíz de los acontecimientos de septiembre de 1963, el coronel de las Fuerzas Armadas dominicanas, Rafael Tomas Fernández Domínguez, era la contraparte militar de la conjura y el líder indiscutible del movimiento constitucionalista.

Ese liderazgo de Fernández Domínguez se produjo primero, por iniciativa propia de dicho oficial, al dedicarse a hacer diligentemente los contactos de lugar en las Fuerzas Armadas para sumar soldados al movimiento y luego por señalamiento expreso del ex presidente Bosch quien estaba exiliado en la isla de Puerto Rico pero conocía de las capacidades del alto oficial.

Mientras se movían los hilos de la trama que aún no tenía fecha concreta de inicio pero que cada día crecía en la clandestinidad, sumando voluntades de todos los sectores democráticos del país que deseaban el retorno a la constitucionalidad sin elecciones, lo que se preparaba en realidad era un contragolpe de Estado en contra del ilegitimo gobierno golpista autoproclamado que se instaló irregularmente en lugar de aquel que fue elegido directamente por la voluntad popular el día 20 de diciembre de 1962.

En el proceso de preliminar de la conspiración cívico-militar, el coronel Fernández Domínguez logró convencer personalmente al también coronel y amigo de la juventud, Francisco Alberto Caamaño Deñó para que formara parte del gran movimiento que estaban preparando, quien a la postre terminó concentrando a posteriori y en su persona el liderato político-militar de la trama ante la ausencia en el país de la persona de Fernández Domínguez.

Las autoridades del llamado “Triunvirato” que quiere decir gobierno de una junta de tres personas, comenzaron a recibir informaciones inquietantes de que en las Fuerzas Armadas había movimientos que sugerían que un grupo de militares pretendían derrocarlos, por lo cual comenzaron a mover sus fichas en los cuerpos armados para tratar de aplastar la revuelta antes de comenzar.

Cuando las acciones del gobierno ilegitimo con apoyo del gobierno de los Estados Unidos de América, empezaron a presionar a los que eran cabeza de la conjura en suelo dominicano, el sector político de la conspiración decidió actuar con rapidez, contundencia e impacto y convocar sorpresivamente al pueblo a las calles para apoyar los esfuerzos de reinstaurar el gobierno constitucional ilegalmente interrumpido.

El Dr. Peña Gómez dirigió una alocución histórica para el pueblo dominicano, el sábado 24 de abril de 1965 a la 1:30 de la tarde a través de la emisora Radio Comercial en la cual produjo un discurso relativamente breve y sucinto pero contundente en el que arengaba a los dominicanos de buena voluntad a derribar al gobierno del Triunvirato y reponer en su lugar al derrocado presidente Bosch. Terminada su alocución se colocó el himno revolucionario de “La Marsellesa” como señal de la conjura y para motivar e involucrar al pueblo.

Lo que sucedió el 24 de abril de 1965 se podría decir que fue brevemente una guerra civil entre bandos rivales de las Fuerzas Armadas por un lado y las fuerzas políticas liberales versus los sectores más conservadores por el otro, mientras que el tiempo de duración del conflicto fue breve, ya que se desarrolló del 24 de al 28 abril de ese mismo año de 1965.

Caber destacar que lo que pasó a partir del miércoles 28 de abril de 1965 fue otro proceso que aunque tuvo su origen en la arenga del 24 de abril, tuvo otra connotación diferente a lo que se produce normalmente en una guerra civil.

El día 27 de abril anterior, las fuerzas constitucionalistas lideradas por el Cnel. Caamaño, ya habían derrotado en la batalla del Puente Duarte a las fuerzas militares del triunvirato que eran una combinación de los soldados del Centro de Entrenamiento de las Fuerzas Armadas (CEFA) y la soldadesca de la base militar de San Isidro que había liderado el golpe de septiembre de 1963.

El 27 de abril la guerra civil había sido ganada por los constitucionalistas y solo faltaba la vuelta al país del exiliado presidente Bosch.

A partir del 28 de abril y observando que las fuerzas del Triunvirato habían sido derrotadas por una combinación de militares, políticos y pueblo llano que deseaba la vuelta de la constitucionalidad sin elecciones, las Fuerzas Armadas norteamericanas que ya estaban desde hacía mucho tiempo patrullando el mar Caribe y conocían de la conspiración revolucionaria contragolpista, decidieron intervenir militarmente el país, alegando que debían proteger los intereses de ciudadanos norteamericanos.

El presidente del inorgánico e impopular gobierno del triunvirato, Donald Joseph Reid Cabral era hijo de un norteamericano y se decía extraoficialmente que ostentaba individualmente la ciudadanía de ese país.

Por tanto, lo que sucedió a partir del 28 de abril de 1965 fue un conflicto armado sui generis que parecía más una guerra patria o de liberación nacional que una lucha propiamente armada entre bandos enfrentados a lo interno del país. El invasor norteamericano con su presencia, le dieron un matiz diferente al sentido de la revuelta, que si bien no se extendió por toda la geografía nacional, obligٕó a los constitucionalistas a arreciar en su lucha para echar hacia afuera la presencia de las botas extranjeras.

En realidad se podría decir que lo que hubo fue una revuelta armada combinada con una exitosa guerrilla urbana restringida en donde bandos de las F.F.A.A. dominicanas estaban enfrentados y el poder extranjero intervino para apoyar a uno de los bandos e imponer su propia agenda política contraria a la vuelta al poder del presidente legal y legitimo.

Un aspecto que vale la pena destacar es que la mal llamada revolución de abril, no logró sus objetivos estratégicos de restaurar el orden constitucional de 1963 a diferencia de lo que pasó cien años antes con la guerra de la restauración de la independencia nacional que en dos años continuos de lucha armada en todas las regiones del país, logró la salida de las tropas españolas y el reconocimiento de la soberanía nacional.

Una revolución se caracteriza por materializar sus objetivos esenciales y un cambio del status quo reinante para instaurar un nuevo orden de cosas o un orden de cosas anterior que ha sido injustamente interrumpido y debe ser continuado para provecho y beneficio de una mayoría del pueblo.

Lo que se logró fue un armisticio para luego pasar a firmar una paz a medias con el Acta Institucional del 3 de sept. De 1965 que en cierto modo fue vulnerada, violentada y resultó ignominiosa, pavimentando el camino para imponer la nueva constitución de 1966, sepultando definitivamente la constitución del 1963.

Mediante la supuesta «paz» que se pretendía con la ilegitima Acta Institucional, los norteamericanos lograron con artificios diplomáticos, lo que sus ejércitos regulares no pudieron alcanzar durante poco más de cuatro meses en el campo de batalla: se comenzó una cacería en ciudades y campos de dirigentes constitucionalistas que eran heridos o ultimados.

Finalmente, el ex presidente Dr. Joaquín Balaguer con apoyo de los norteamericanos, se convertiría nuevamente en presidente electo el primero de junio de 1966, en unas lecciones preparadas en menos de diez meses y en las que el profesor Juan Bosch no pudo hacer campaña para cuidar su integridad personal, ante la ola de violencia selectiva pero directa que se estaba llevando a cabo contra dirigentes del movimiento constitucionalista.

La revolución de abril, no transformó estructuras políticas ni produjo un cambio absoluto o restitución democrática del mando. En abril de 1965, no hubo en definitiva una revolución.

Loading