Por Manuel Castillo
En un mundo moderno caracterizado por la prisa, la incertidumbre y una profunda sed de sentido, la humanidad vuelve su mirada hacia las fuentes de sabiduría perenne. Entre ellas, la Biblia de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía se erige no solo como un texto sagrado, sino como un vasto océano de conocimiento espiritual y filosófico.
Este es el canon más amplio del cristianismo, custodiando libros venerables como Henoc, Jubileos y el Pastor de Hermas, excluidos de otros cánones pero mantenidos como tesoros en la tradición etíope.
Enraizada en la memoria del eunuco etíope bautizado por Felipe (Hechos 8:26-39), esta tradición ha nutrido a una civilización de fe profunda y de sabiduría práctica.
Los siguientes diez proverbios y versículos, preservados en este rico legado, no son reliquias del pasado, sino faros de luz que iluminan nuestra vida contemporánea. Cada uno nos invita a la reflexión, a la resiliencia y a una conexión más auténtica con lo divino y con nuestro prójimo.
1. El ojo del avaro
«El ojo del avaro no se satisface con su suerte, y la injusticia avara marchita el alma.» (Sirácida 14:9)
En una era de consumo desmedido y búsqueda insaciable de posesiones, Sirácida diagnostica con precisión la enfermedad del alma: la avaricia. No condena la prosperidad, sino la injusticia que suele acompañarla—la explotación y la negación de compartir. Su advertencia es clara: este camino no solo daña a la comunidad, sino que seca la alegría interior. Es un llamado a encontrar riqueza en la suficiencia y plenitud en la generosidad.
2. La fe en acción
«Así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.» (Santiago 2:26)
La espiritualidad auténtica no puede reducirse a creencia interior, sino que debe encarnarse en la acción. La compasión, la justicia y el servicio al necesitado son la prueba vital de una fe verdadera. En la tradición etíope, creer y obrar son inseparables, recordándonos que la fe viva se manifiesta en obras concretas de amor.
3. Prudencia y diligencia
«No te apresures en tu lengua, ni perezoso y negligente en tus obras.» (Sirácida 4:29)
En tiempos donde la palabra ligera abunda y las redes digitales amplifican la reacción impulsiva, este consejo es medicina. Hablar con prudencia y actuar con perseverancia es un equilibrio necesario. Sirácida señala aquí un antídoto contra la superficialidad y la procrastinación: palabra medida y acción firme.
4. Caminar con Dios
«Y Enoc caminó con Dios; y no fue hallado, porque Dios se lo llevó.»*(Génesis 5:24)
La figura de Enoc, cuya vida se amplía en el libro homónimo del canon etíope, encarna un modelo de intimidad total con lo divino. “Caminar con Dios” significa un vínculo constante y profundo que trasciende la muerte misma. Más que rituales ocasionales, la vida espiritual se describe como un viaje continuo, donde la cercanía con Dios transforma el ser por entero.
5. La lealtad de la amistad
«No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre… Mejor es un vecino cerca que un hermano lejano.» (Sirácida 27:18; 7:10)
En una época de vínculos digitales globales pero de soledades locales, esta sabiduría recuerda el valor de las amistades concretas y de la lealtad heredada. La presencia y la cercanía se elevan como realidades más valiosas que la conexión distante. La tradición etíope ve en la amistad una herencia sagrada a cuidar.
6. El dominio interior
«El que domina su espíritu es mejor que el que conquista una ciudad.» (Proverbios 16:32)
Frente a una cultura que celebra el éxito externo y la fama, este proverbio propone una hazaña interior más grande: el dominio de uno mismo. La victoria sobre las pasiones y el carácter trae una paz más duradera que cualquier conquista militar. Liderar no significa someter a otros, sino comenzar por gobernarse a sí mismo.
7. El rostro hacia el necesitado
«No rechaces al que suplica en su aflicción, ni apartes tu rostro del pobre.» (Sirácida 4:4)
Este mandato no se limita a la caridad material: es una exhortación a ver y reconocer la dignidad del otro. Apartar el rostro es negar humanidad; mirar de frente al necesitado es devolverle su valor. Más que compasión espontánea, es un llamado al compromiso con la justicia social.
8. Renovar las fuerzas
«Los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como águilas.» (Isaías 40:31)
A los agobiados por el cansancio y la desesperanza, Isaías ofrece la promesa de un renuevo profundo. Esperar en el Señor no es pasividad: es confiar, entregarse y hallar en lo divino la fuente de una energía que transciende límites humanos. No se eliminan las pruebas, pero se otorga la gracia de caminar sin desfallecer.
9. Humildad en los negocios
«Hijo mío, en tus negocios sé modesto, y serás amado por aquellos que aprueban a Dios.» (Sirácida 3:17)
La humildad aquí se aplica al ámbito social y económico. Una vida sin ostentación ni arrogancia atrae respeto verdadero y confianza. El éxito duradero se construye sobre la integridad y la justicia, valores que, lejos de debilitar, consolidan la vida personal y comunitaria.
10. La verdad que libera
«Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» (Juan 8:32)
En un tiempo sometido a falsas narrativas y a la manipulación de la información, la promesa de Jesús se vuelve urgente: la verdad no solo es conocimiento intelectual, sino una realidad espiritual que revela quién es Dios y quiénes somos realmente. Abrazar la verdad es caminar hacia la libertad más alta: liberarnos del error, del miedo y de la esclavitud interior.
Estas perlas de sabiduría de la Biblia etíope no ofrecen soluciones rápidas, sino un camino probado por los siglos hacia una vida de propósito, resiliencia y compasión. Nos invitan a mirar más allá del ruido del presente y a conectar con corrientes profundas de verdad, capaces de sanar el alma y renovar el mundo. En su hondura, descubrimos una invitación no a escapar de la realidad, sino a transformarla desde dentro, con fe, esperanza y amor.