Por Juan Julio Báez Contreras

Aunque actualmente programas como Z Deportes, Impacto Deportivo, entre otros, concitan el interés de la fanaticada, tengo que reconocer, que sin lugar a dudas, el programa deportivo más impactante que ha tenido la República Dominicana a nivel radial lo ha sido Lucky Seven en el Aire.

En la década de los 70, cuando existían programas muy buenos como Amalgama De Colores, producido por don Max Reynoso, un versátil periodista, que llegó a ostentar las funciones de editor deportivo del periódico Hoy. Los deportes en Marcha, producido durante años por don Tomás Troncoso, quien sin quizás ha sido uno de los comentaristas deportivos más destacados de toda la nación; Lucky Seven en el Aire, destacaba por encima de todos los demás.

Se realizaba al mediodía y a esa hora, se llenaba el restaurante con personas que iban a comer, pero al mismo tiempo a escuchar los comentarios y las informaciones que se vertían en dicho espacio.

Este programa que tomó su nombre, porque se realizaba desde el restaurante Lucky Seven, ubicado en la zona de Gascue, en la capital dominicana, era propiedad de don Evelio Oliva, un señor de un trato muy cortés, bastante sociable. Era un hombre de una gran estatura y mejor corazón, mi padre y el, llegaron a ser grandes amigos. A mi de manera particular, me distinguió bastante. Ellos hacían allí el mejor club sándwich que he probado en toda mi vida. Han pasado más de 40 años desde el último que probé y aún puedo percibir en mis papilas gustativas el sabor y la ricura de esos club sándwiches, que de solo recordarlos se me hace agua la boca.

En su época, políticos, empresarios, deportistas y personas de la farándula, se daban cita cada mediodía, en el restaurante de Evelio Oliva, para ver y escuchar Lucky Seven en el Aire. Producido por don Jorgito Bournigal, una persona con una agudeza mental y una profundidad única para comentar los deportes. De manera especial el béisbol. El también llegó a ser editor deportivo del periódico Última Hora y comentarista deportivo de la Gran Cadena de la Calidad y de los Leones del Escogido a nivel de la pelota nuestra. Hacía un dúo perfecto, con el mejor locutor comercial que yo he escuchado en mi vida: don Freddy Mondesi. Era tan buena su dicción, su modulación y su entonación perfecta, que deleitaba a todo el que le escuchara. La cual combinaba con una gracia única para comunicar, que le pusieron de apodo: “La voz que vende. Freddy Mondesi “.

Luego surgió Luis Rafael Díaz (el muñeco), quien también era tremendo locutor comercial con un timbre de voz, muy parecido al de don Freddy Mondesi.

Junto a don Jorgito Bournigal y Freddy Mondesi, en Lucky Seven en el Aire, trabajaba también mi padre, quien tenía una sección de boxeo en dicho espacio. La primera vez, que visité en vivo el restaurante Lucky Seven, no me lo creía, tendría tal vez, diez u once años y ver de cerca a figuras tan reconocidas como Jorgito Bournigal y Freddy Mondesi, fue muy emocionante para mí. Sobretodo cuando después de terminar el programa mi padre me los presentó. Sencillamente no lo creía.

Como de niño fui bastante enfermoso y tenía que ir todos los meses a chequeos médicos a la capital, mis visitas a Lucky Seven en el Aire, eran frecuentes y con ellas el comer el famoso club sándwich del restaurante Lucky Seven. Con el paso de los años, don Evelio vendió el restaurante al señor Héctor Manuel Vásquez, cariñosamente Masu. Quien a la postre, resultó ser una figura determinante en mi vida, pues gracias a él, llegó la estabilidad económica a nuestras vidas y pude terminar de pagar mis estudios universitarios y el de mis hermanas.

Resulta que en una ocasión, a don Masu, se le cayó la cartera en el baño repleta de dinero. Y no se dio cuenta. Minutos después mi padre entra al baño y ve la cartera en el piso, al recogerla y revisarla, vio la cédula de Héctor Manuel Vásquez. Al salir para entregársela se dió cuenta que Masu ya se había marchado. Así que se llevó la cartera para su casa y entregársela al día siguiente. Lo que en efecto hizo. Al recibir su cartera y revisar que los 145 mil pesos que habían en la misma estaban intactos, Masu emocionado e impresionado por la seriedad de mi padre, quiso regalarles par de miles de pesos al boss, el cual gentilmente le dijo que no. Imagínense ustedes que si 145 mil pesos es una suma importante todavía en el 2025, lo significativo que eran en el año 1986, cuando la tasa del dólar con relación al peso, rondaba los dos o tres pesos por un dólar. Un dineral.

Muchos de sus compañeros, les dijeron que el había sido un tonto. Que con ese dinero, bien pudo comprarse un apartamento, un carro y hasta una casa para nosotros en La Romana. Pero los que hablaban así, no conocían bien, ni sabían quién era mi padre, pues era tan recto, que era impensable para él, quedarse con algo que no era suyo. Porque si había algo que caracterizaba a mi padre era su honradez. Su seriedad era algo extraordinario. Así como su sentido de responsabilidad para cumplir con sus obligaciones. Nunca vi a nadie cobrándole una deuda. Siempre me decía: “Uno debe arroparse hasta donde la sábana le dé”. En todos sus años de vida, ese siempre fue su lema.

Con esa acción su amistad con Masu creció. Cuando yo iba al Lucky Seven, había dado orden que yo comiera lo que quisiera y que se lo anotaran a su cuenta. Mi padre se opuso, pero finalmente aceptó. Y siempre que yo iba, solía pedir lo mismo: un club sándwich. Un día el boss, me dijo que tenía que ampliar mis gustos culinarios y que debería pedir otra cosa para comer.

Estábamos sentados en la misma mesa, con Masu y vi que el pidió un “medio pollo”, lo que me pareció que sería un buen plato, así que, enderece mi pecho y muy horondo le dije al camarero que nos atendía: “Me trae un medio pollo, por favor”. Al instante vino y me sirvió una pequeña taza de café. A lo cual yo indignado le dije que se había equivocado que eso no era un medio pollo, sino que era café. Con toda la diplomacia propia de un buen camarero, me explicó que en el argot cafetero, un medio pollo, era lo que me había servido, pero que si yo quería un medio pollo de verdad para comer, el lo iba a ordenar “. Avergonzado bajé la cabeza, mientras mi padre y Masu, estallaban de la risa.

Héctor Manuel Vásquez, era una persona con un talento innato para los negocios. A los 25 años, no tenía en que caerse muerto. Pero se había asociado con un boricua llamado don Julio Cortez y juntos habían iniciado el negocio de bancas de apuestas deportivas. Cuando el negocio creció, se expandieron y pensaron en poner una sucursal en La Romana, para lo cual Masu, le pidió a mi padre que hiciera las gestiones de lugar para establecer ese negocio y el boss dijo mi hijo Juan Julio puede hacerse cargo. A lo que el le respondió, si tu hijo salió tan serio como tú, seguro que si. Fui a una reunión con el, sugerí que se pusiera en contacto con don Eustaquio Musseb (cariñosamente Taquito), quien había tenido negocios de esa índole. Se reunieron. Se pusieron de acuerdo y unos días después, arrancó la Banca de Apuestas Deportivas Lucky Seven a la que luego se le cambió el nombre a Poderosa Sports.

A principios de marzo del año 1987, Masu me entregó 25,000 pesos en efectivo, para que abriera una cuenta en el banco, como capital de trabajo, yo que nunca había tenido más de 200 pesos en mis manos, venía en una guagua de transporte público, con las manos aferradas a mis bolsillos, por temor a que ese dinero se me extraviara o a que algún malandro me atracara. Tenía 20 años cuando eso. La seriedad de mi padre, sembró una semilla, que a la larga y durante los siguientes 20 años nos alimento a toda la familia, hasta el 2007, época en la cual por la fe, por tener una mejor relación con Dios, renuncié a todos los beneficios que esos negocios nos dejaban. Al oír esa noticia, mi padre me decía que yo tenía que haberme vuelto loco, por haber entregado 20 años de trabajo a cambio de nada y de salir sin un centavo, a lo que yo le comentaba: “Claro que estoy loco, estoy loco por Jesucristo “.

Nota: Este extracto corresponde a una serie anecdotaria publicada originalmente en Facebook original de Juan Julio Báez Contreras en memoria de su fallecido padre. Esta reproducción de la misma en Exposición Mediática, cuenta con su aprobación.

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