Por Juan Julio Báez Contreras
“Papi ahora te ha llegado la oportunidad de tu vida favor de aprovecharla. No tengo dudas de tu capacidad. No tengo dudas de tu responsabilidad, ni de tu disciplina, ya que sé que si el juego es a las 7:00 de la noche, tú vas a llegar seis o siete horas antes. La única duda que tengo, es que no puedas controlar tu carácter y te metas en problemas con los demás; tienes que por favor dejar la bola pasar y no meterte en asuntos en los que a ti no te importan”. Fue el conversatorio que tuve con el boss, el día en el cual me dio la noticia de que había sido contratado por el equipo de los Medias Rojas de Boston, para que fuera parte del staff de narradores en español de dicho conjunto.
Como haría un padre con su hijo, yo se lo repetía una y otra vez, recuerdas por favor de no meterte en lo que no te importa. Deja la bola correr. Que cada quien haga lo que quiera hacer. Tu solo enfócate en hacer tu trabajo, que yo se lo bien que lo haces y que no serás segundo de nadie. Pero por favor no te meta en lo que no te importa, se lo repetí hasta el cansancio.
Los papeles se habían invertidos, el hijo aconsejando al padre, porque conocía bastante bien cuál era su talón de Aquiles y quería ayudarlo a protegerse a él de si mismo. Ya que de su talento y de su profesionalidad no tenía ninguna duda, pero su mal carácter, lo había metido en dificultades anteriormente y yo sabiendo eso, quería advertirle de que no se dejara llevar de su temperamento y fuera a tropezar de nuevo con la misma piedra.
El boss, rebosaba de alegría. No cabía en si de gozo. Se había mudado unos meses atrás desde la ciudad de Nueva York, para Boston y tuvo que mentalmente hacer el cambio de switches que representaba salir de la Gran Manzana para trasladarse a Boston. La transición fue excelente. Ya que tanto en Lynn, como en Lawrence, Massachusetts, al igual que en Nueva York, viven una gran cantidad de dominicanos, los cuales de una manera muy afectuosa le dieron la bienvenida y se integró rápidamente al ambiente cotidiano de Boston. Hacía mucho más frío. Pero igualmente la gente era bastante cálida.
De las manos de J. P. Villaman, un destacado joven, nativo de San Francisco de Macorís y que a la sazón se desempeñaba también como narrador de los Medias Rojas de Boston, logró en la temporada del año 2000 ingresar a dicha cadena. Mi padre estaba arribando a las seis décadas de edad, se sentía en plenitud de condiciones. Venía avalado de un amplio currículum en su carrera como narrador profesional, el cual fue revisado de manera muy meticulosa por la gerencia del equipo de Boston, ya que como bien el decía para ingresar a las Grandes Ligas, hasta el que recoge la basura tiene que ser Grandes Ligas.
El salto había sido enorme. Había llovido bastante desde sus inicios narrando béisbol doble A. En la liga de Verano, en el Buena Vista Park y ahora iba a estar trabajando nada más y nada menos, que desde el Fenway Park, el hogar de uno de los equipos más populares de las Grandes Ligas, el de los Medias Rojas de Boston, con su famoso monstruo verde.
Desde la pelota invernal dominicana, había dado el salto, al igual que otro destacado narrador dominicano como lo era don Billy Berroa, con quien tuve el privilegio de trabajar en la temporada 1998-99, cuando por causa de los estragos ocasionados por el paso del huracán George, tanto el estadio Tételo Vargas, la casa de las Estrellas Orientales y el estadio Francisco Micheli, hogar de los Toros del Este franquicia para la cual yo narraba, fueron gravemente afectados y tuvieron que tomarse un receso involuntario y gracias a la intervención de Mario Emilio Guerrero y de Osvaldo Rodríguez Suncar, mi primo Máximo Contreras y yo, fuimos contratado a título de préstamo para trabajar esa temporada con los Leones del Escogido. Donde aparte de don Billy Berroa, también compartíamos cabina con Franklin Mirabal, Enrique Rojas, don Mickey Mena, mi primo Alex Vargas, entre otros.
Don Billy Berroa, laboró durante muchos años con la cadena en español de los Mets de Nueva York. En los casos de Ernesto Jerez y el propio J. P. Villaman, primero debutaron en las transmisiones de Grandes Ligas, para luego transmitir desde Republica Dominicana, la pelota nuestra.
Para mi padre, el salto fue demasiado alto. No se lo creía. Por fin estaba en las grandes ligas haciendo lo que más disfrutaba: narrando béisbol.
Esos tres años que permaneció en Boston, fueron el clímax de su carrera como narrador deportivo. Hablábamos con mucha frecuencia de la maravillosa experiencia que representaba para el, vivir ese glamour de las Grandes Ligas. Viajaba en el mismo avión que los peloteros. Los hospedaban en el mismo hotel también y comían la misma comida que le daban a los peloteros y encima de eso le pagaban un buen salario, del cual el mismo solía decir a modo de bromas, el que tiene que pagar porque me dejen estar aquí y trabajar en lo que amo soy yo. Esto es todo lo que siempre soñé hacer.
Después de un par de años laborando allí, ocurrió lo que tanto me temía. Surgieron unas desavenencias con sus compañeros de trabajo, que nada tenían que ver con las labores que desempeñaban, pero que a la postre desencadenó la salida del boss, de la cadena de transmisión por radio de los Medias Rojas de Boston en español. Cuando me enteré de la desagradable noticia, le comenté: “Y yo tanto que te lo advertí. Tanto que te lo dije”. Su respuesta: “Pero mi hijo, tú le estabas pidiendo peras a un árbol de manzanas. Tú sabes que yo soy así y siempre seré así, genio y figura hasta la sepultura “.
Nota: Este extracto corresponde a una serie anecdotaria publicada originalmente en Facebook original de Juan Julio Báez Contreras en memoria de su fallecido padre. Esta reproducción de la misma en Exposición Mediática, cuenta con su aprobación.