Por Lester Mckenzie

Hoy en día, el mundo definitivamente no es un paraíso. El hambre, el abuso, la pobreza, la contaminación y esa enorme ola de violencia que nos arropa son muy comunes, son parte del pan nuestro de cada dia.

El mundo nunca ha sido ni será perfecto, y esto significa que hay mucho espacio para mejorar por lo que podemos ayudar a crear un mundo mejor para el futuro y la parte interesante es que no es tan difícil como pensamos.

Nuestro mundo está en constante movimiento, en constante proceso de evolución, es un mundo inconcluso y por lo tanto todos tenemos una misión que desempeñar en el.

Este mundo en que vivimos posee una gran cantidad de cosas buenas, de valores positivos, de hechos que abren a una nueva esperanza; pero, por otro lado, encierra en sí unos males y antivalores que producen gritos de angustia y desesperación en muchos de sus habitantes.

Existen en él males que provienen de su propia limitación y males que son fruto y consecuencia del mismo quehacer, del comportamiento del hombre como son las guerras, los actos terroristas, de corrupción, de violencia donde se destaca la intrafamiliar y las injusticias, por citar algunos.

La historia de nuestro mundo la estamos escribiendo todos los días, a cada instante, entre todos, y su realidad es generalmente la consecuencia y el efecto de la acción del hombre, de aquellos que nos precedieron y de los que ahora estamos, que usando “el don de la libertad”, como sujetos activos o pacientes, hemos hecho su historia o la estamos haciendo realidad en estos momentos.

Cambiar el mundo no se logra con una varita mágica, su fórmula no la venden por libra en los centros comerciales ni es cosa de dos días … es una tarea de largo recorrido, que requiere de consistencia, perseverancia y de una “lenta paciencia”; es necesario ir avanzando en nuestras utopías desde lo cotidiano en paralelo con la movilización social contra las políticas actuales y en defensa de otras medidas, modificando el mundo en nuestro día a día y demostrando con nuestra práctica que “otra manera de vivir” es tan posible como deseable y los materiales para levantar este “edificio” los tenemos en nuestras manos siendo uno de los más importantes la formación hogareña de nuestros descendientes.

Cada uno de nosotros, querramos o no, de una manera o de otra, ya sea positiva o negativa, somos artífices del proceso que hoy vive la sociedad.

Podemos convertirnos en dominadores, opresores, culpables y responsables del mal que se produce en los demás, si consciente y personalmente optamos por activar o fomentar las fuerzas engendradoras de injusticia y desamor que están presentes y a la vez son actuantes en nuestro planeta, o podemos convertirnos en victimas sufrientes, pacientes, degradadas y utilizadas por ellas.

Conviene entonces, que pensemos real y seriamente en que tipo de sociedad queremos para vivir, que mundo deseamos para nuestros futuros descendientes y cual es nuestra idea de relación entre los humanos para que nos lancemos a conseguirlo.

Si todos nos ocupáramos de hacer feliz a quien está a nuestro lado, garantizo que el mundo seria un paraiso.
Tengan todos un maravilloso domingo en familia, como debe ser.

¡Bendiciones del Altísimo!

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