Por Lester McKenzie
La Revista Renovación, en su edición 239, de fecha 30 de Enero de 1974, en sus páginas 7 y 8 presenta un amplio reportaje cuyo titular reza: “TRUJILLO PRESINTIÓ SU MUERTE”. Por su alto contenido histórico reproducimos detalles del contenido del mismo, el cual no identifica al autor.
“Robert Crasweller, el norteamericano que publicó una biografía de Trujillo, afirma en la página 142 de su libro lo siguiente: “ … Siempre le había embargado (a Trujillo) cierta preocupación por su muerte.
Era personalmente valiente, y jamás había demostrado miedo a morir; la suya era esa suerte de preocupación que resultaba de su afinidad con el espiritismo y lo oculto. – Yo pienso mucho en los muertos – dijo a un amigo en esos últimos días. Pero ahora había algo más: El presentimiento inmediato de la muerte”.
«A fines de Abril (1961) se encontraba navegando en el yate Angelita, en las proximidades de Barahona, con un grupo de allegados. Su humor era sarcástico y mordaz. Dirigiéndose a su acompañamiento dijo con fría sonrisa: ¿Quién de ustedes será el que me va a vender? Cogidos de improviso, sus acompañantes exclamaron, casi al unísono: ¿Cómo Jefe? … El terrible señor replicó conmovido por un sentimiento profético: Si, si, como lo oyen. Si, alguno de ustedes me va a vender.
Por una coincidencia completamente desconocida para él, o al menos desconocida en el sentido del entendimiento nacional, el grupo que le escuchaba proferir estas desconcertantes palabras incluía por lo menos a un miembro de la conspiración, desde largo tiempo urdida, que de allí a un mes le arrebataría la vida (probablemente esa persona era Miguel Angel Báez Díaz, uno de sus acompañantes más frecuentes a quien Luis José León Estévez le había matado el yerno porque según lo que se decía en el mundillo íntimo, estaba metido en un escándalo sexual “de altura”)”. “Este presentimiento cruzo de nuevo su mente – sigue diciendo Crasweller. Fue el 6 de Mayo del ‘61. El Angelita estaba anclado cerca de Azua. Trujillo se hallaba a bordo con Alvarez Pina, Paino Pichardo y algunos otros.
A las 5 de la mañana Trujillo había leído ya los periódicos y se había comunicado por radio con las principales ciudades del país para verificar los hechos del día anterior. Estaba a solas con los dos viejos allegados; de repente comentó con aire abatido: Pronto voy a dejarles.
Alvarez Pina se sorprendió por el tono y pregunto: Por qué dice usted eso? Se encuentra enfermo? Trujillo contesto al tiempo que esbozaba su famosa enigmática sonrisa: No, yo estoy completamente bien, pero ahora voy a dejarles, y no hablemos más de eso. Paino Pichardo continuó interrogándole ansiosamente pero Trujillo no quiso responderle.
Flotaba en el aire una sensación de acontecimientos inminentes, sensación que era percibida por todos los observadores, aun aquellos que se encontraban a distancia. Olga Brache, hija de Rafael Brache, ex embajador en EUA y ahora enemigo del régimen, vivía a la sazón en Nueva York. Tan solo unos días antes del 30 de Mayo, Olga Brache se comunicó con ciudad Trujillo para hablar con Angelita y referirle un sueño que había tenido, lo suficientemente revelador como para superar la enemistad existente entre las dos familias.
El sueño había consistido en una revelación de la Virgen María, la cual le había pronosticado que el padre de Angelita moriría dentro de poco. El sueño de Olga tenia donde apoyarse. Tres mesas atrás había sido puesto en marcha un complot – uno entre varios – que solo aguardaba una serie de circunstancias favorables para desatarse”.
Foto del 7 de Agosto de 1960 aparece el Jefe haciendo una visita de cortesía al presidente Joaquín Balaguer, a quien había entregado la posición nominal, no así el mando, tratando de rehuir inútilmente las sanciones que le fueron impuestas en San José de Costa Rica, por su participación en la tentativa de asesinato del presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, hecho que ocurrió el 24 de junio de 1960 durante la celebración del aniversario de la Batalla de Carabobo.
Mientras el presidente Betancourt se dirigía hacia el Paseo Los Ilustres en Caracas, un carro bomba estacionado en la Avenida Los Próceres estalló al pasar uno de los vehículos de escolta presidencial cercano al vehículo oficial.
El atentado cegó la vida al jefe de la casa militar, a un estudiante y dejo con quemaduras generalizadas de primer y segundo grado a Betancourt, al Ministro de la Defensa, a su esposa y al chofer del vehículo.
Las heridas recibidas por Betancourt le afectaron la vista del ojo derecho, lo dejaron parcialmente sordo y con quemaduras en ambas manos y en el rostro.
Balaguer, a la muerte de Trujillo, seguía siendo el presidente nominal, pero bien pronto demostró que se había convertido tras el ajusticiamiento del tirano en el presidente real, aunque dejó la esfera militar a Ramfis.