Por Antonio Corcino
El turismo refleja las dinámicas globales en tiempo real. Es un ecosistema altamente sensible, donde factores económicos, sanitarios, políticos o sociales pueden generar impactos inmediatos. En este 2025, la República Dominicana (RD) ha alcanzado cifras históricas con 6.1 millones de visitantes entre enero y junio, pero enfrenta el reto de adecuarse ante señales de desaceleración, especialmente en el segmento estadounidense, que representa el 45 % del total.
Una curva de crecimiento que pide mesura
A pesar del crecimiento sostenido y acumulativo —48 % más que en 2019 y 3 % por encima de 2024—, se detecta una posible fatiga en la dinámica de viajes desde EE. UU. y Canadá. Aunque la cantidad supera a años anteriores, esta expresión en números apunta a una estabilización más que a una expansión vertiginosa. Esta situación exige estrategias que garanticen sostenibilidad sin caer en la masificación.
Factores económicos: Menos vuelos, más gastos
La inflación persistente en EE. UU. ha encarecido los viajes internacionales. Aumentos en comida, gasolina y seguros reducen el presupuesto familiar, empujando al turista medio a preferir destinos más cercanos o escapadas locales. Aunque sigue siendo atractiva, RD enfrenta creciente competencia, lo que impacta directamente la demanda desde Norteamérica.
Competencia regional: El Caribe se redefine
Destinos como Cancún, Jamaica, Bahamas y Puerto Rico están subiendo el nivel: más vuelos, mejor infraestructura, campañas agresivas. RD ya no es la única joya del Caribe. Si no se renueva, puede quedar rezagada. Hoy se vende experiencia, no solo sol y playa. Hay que ofrecer algo distinto para seguir siendo preferencia.
Percepción de seguridad: Factor clave en la decisión
Al agregar el factor, seguridad, lo que convierte a esta actividad sujeta a múltiples factores. Por ejemplo, la desaparición en marzo de una ciudadana estadounidense de India, Sudiksha Konanki desnudo una capital vulnerabilidad: la capacidad de gestionar la crisis en la que hay turistas envueltos. Más allá del hecho aislado, lo más importante es la respuesta institucional. En turismo, estamos en tiempo donde la imagen no se defiende con excusas, sino con acciones oportunas, empáticas y transparentes.
Hoy, los viajeros no solo eligen el Caribe, sino también compran condiciones seguras, reputación sólida y transparencia. Un solo incidente, mal manejado, puede viralizarse y desalentar a miles de visitantes potenciales, especialmente en mercados sensibles como Estados Unidos, Reino Unido e India.
En la era digital, el prestigio de un destino se construye en tiempo real. Una reacción oficial fría, lenta o evasiva agrava el daño y convierte un hecho puntual en una alerta colectiva. La confianza y seguridad del turista son activos estratégicos, y cualquier brecha en su protección se paga caro.
Si RD quiere mantenerse competitivo, debe elevar sus estándares de atención, comunicación y seguridad. No basta con decir que somos fiables y estables; hay que demostrarlo, actuar con rapidez y comunicar con claridad. La confianza no se improvisa, se gana con coherencia.
Boom de cruceros: Crece, pero no sustenta
Otro de los indicadores del crecimiento es el del turismo de cruceros, que atrajo 1.6 millones de visitantes en el primer semestre, el cual describe en cifras su comportamiento, pero el gasto es limitado y su impacto económico es más acotado. Aumentan las cifras, sí, pero no necesariamente se traduce en rentabilidad ni en desarrollo local. Es bueno diferenciar el volumen con la calidad de rentabilidad.
Nuevas Generaciones: Viajeros con otra mirada
Ahora bien, la oferta turística RD que se promueve ahora entre unas nuevas generaciones de viajeros compuestas por turistas jóvenes que buscan autenticidad, sostenibilidad, conexión digital y vivencias únicas. Ya no basta el «todo incluido» en la playa. Quieren historia, gastronomía local, interacción real. Entonces, ignorar esta demanda equivale a perder a los turistas del presente y del futuro. Sabemos que los millennials y Gen Z prefieren destinos con propósito social y ambiental, y más del 70 % están dispuestos a pagar más por experiencias sostenibles. ¿Está RD preparada para ese cambio?
Conectividad aérea: El puente que nos une… o aísla
En ese contexto, la conectividad aérea es el oxígeno del turismo moderno; si se corta el flujo, el crecimiento se asfixia. La reducción de vuelos, encarecimiento de pasajes y menor frecuencia desde ciudades medianas limitan la llegada de turistas. Mientras otros países mejoran rutas, RD no puede quedarse atrás; igual me alegra ver el empeño de las autoridades por mejorar y ampliar las conexiones aéreas. Más vuelos, más oportunidades.
Adaptarse o perder el liderazgo
De modo que, en esa geopolítica del ocio, romper récords es valioso, pero no suficiente. RD debe evolucionar por su permanencia. El éxito turístico hoy se mide en calidad, diversificación, seguridad y sostenibilidad. El país necesita apelar a una estrategia integral que combine tecnología, empatía institucional y adaptación constante a las nuevas exigencias del viajero global. Solo así conservará su liderazgo en un Caribe cada vez más competitivo y dinámico.