Por Antonio Corcino
El Ministerio de Turismo de la República Dominicana tiene la responsabilidad legal de regular, supervisar y garantizar la calidad de los servicios turísticos. Sin embargo, persiste una preocupante distancia entre lo establecido en la norma y su aplicación real.
Como una ley sin garras, esta brecha permite que crezca la informalidad, el intrusismo y la desprotección del consumidor, debilitando uno de los pilares económicos del país.
La falta de controles efectivos no solo pone en riesgo la experiencia del visitante, sino también la reputación y sostenibilidad del destino.
En este contexto, resulta urgente cerrar esa brecha institucional para consolidar un turismo competitivo, ético y seguro, capaz de sostener su liderazgo en el Caribe.
La voz de los guías, una alarma de la industria
Los guías turísticos, quienes son la primera cara visible para miles de visitantes, alzaron su voz frente a una realidad que los afecta desde adentro: improvisación en la formación, falta de control sobre la ilegalidad y abandono institucional.
Esta protesta se hizo pública a partir del llamado a huelga del 22 de julio, suspendida ante el llamado al diálogo y acuerdos el 29 de julio, que respondía a un capricho; fue una alarma sobre el deterioro de esta profesión clave dentro del sistema turístico dominicano.
Formación sí, pero con sentido
El reciente acuerdo entre el Ministerio de Turismo y los gremios de guías, que detuvo la huelga y suspendió los cursos del INFOTEP, reconoce que formar guías sin criterios ni estándares adecuados equivale a construir catedrales sobre arena.
La formación de los guías nacionales seguirá siendo impartida por las universidades y los locales por INFOTEP; en cambio, prevalece el interés de que su profesionalización esté inspirada por la calidad, la pertinencia y el respeto al ejercicio técnico.
Cuando la norma es ignorada, el mercado informal florece
Pese al marco legal que otorga amplias facultades al Ministerio de Turismo, la falta de supervisión real ha convertido zonas como Verón-Punta Cana en mercados paralelos.
Este mercado alternativo “ilegal”, donde personas y operadores sin licencia venden servicios sin consecuencias, Esto no solo afecta a las empresas formales, sino que erosiona la credibilidad del sistema.
Intrusismo: el enemigo silencioso del turismo sostenible
El intrusismo profesional que demanda el colectivo de guías de RD constituyó un llamado de atención al ministerio para que intervenga como órgano gestor: la oferta de servicios turísticos por personas no certificadas es como una fuga constante en un barco: puede parecer mínima, pero con el tiempo hunde la nave.
Este fenómeno, si no se frena, compromete la seguridad, el patrimonio cultural y la reputación internacional del destino.
El turismo no se regula desde un escritorio
Así como no se puede apagar un incendio con un balde desde lejos, la supervisión turística requiere presencia constante en el terreno.
El compromiso asumido por el Ministerio de aumentar los inspectores de POLITUR y crear una mesa de seguimiento podría marcar un antes y un después, si se ejecuta con rigor y continuidad.
Una resolución, ¿nuevo punto de partida?
El pacto con los guías y la inminente resolución ministerial pueden convertirse en un ejemplo de buena gobernanza turística. Pero, como todo acuerdo, necesita voluntad política, control institucional y participación activa del sector privado para sostenerse más allá de los anuncios públicos cuando dé a conocer la resolución que será un punto de partida.
La ética como columna del turismo competitivo
No basta con instruir guías o sancionar las ilegalidades; por el contrario, se necesita reforzar una cultura de legalidad y buena práctica en todo el ecosistema turístico. La ética debe ser la brújula que oriente a todos los actores: desde el taxista turístico hasta el operador mayorista.
Cooperación público-privada: Respetar lo pactado
El rechazo de las principales asociaciones turísticas mediante una huelga no debe interpretarse como oposición, sino como un reclamo a la estabilidad.
La profesionalización del sector guía es también su prioridad, pero exige que se haga con orden, reglas claras y sin improvisaciones que generen desconfianza o caos.
Se pudo evitar el ruido con solo respetar lo que ya se había acordado con anterioridad, sin tratar de imponer a la fuerza sin el correspondiente consenso.
No hay turismo de calidad sin Estado presente
El turismo moderno exige un Estado que no solo resalte estadísticas y promocione el país, sino que también regule, vigile y garantice condiciones equitativas para todos los actores.
La República Dominicana no puede seguir liderando el Caribe sin blindar su oferta desde adentro, y eso comienza con una regulación firme y coherente.
Profesionalizar no es excluir, es proteger
Garantizar la calidad turística no es un lujo, es una urgencia. Formar, certificar y supervisar a quienes operan en el sector no significa cerrar puertas, sino abrirlas con responsabilidad.
La brecha entre la ley y su aplicación efectiva está debilitando los pilares de un destino que compite en un mercado exigente y global.
Si no se actúa con firmeza, la informalidad y el intrusismo seguirán erosionando la confianza del visitante y la sostenibilidad del país como marca turística.
En ese sentido, es momento de pasar de la permisividad a la vigilancia activa, de la queja a la acción institucional.
El turismo dominicano merece reglas claras, controles firmes y profesionales capacitados que lo defiendan desde adentro.