Rafael Rodríguez Torres, autor de la obra.
Redacción Exposición Mediatica.- En un día marcado por la simultaneidad del pasado y el presente, Santiago de los Caballeros reaparece en la literatura con la publicación de Long Play: Cuentos para no olvidar cuando todo ardía más despacio, de Rafael Rodríguez Torres.
Lanzado desde este 13 de octubre, 2025 en Amazon, este libro se presenta no como un mero compendio de relatos, sino como una radiografía emocional de la ciudad y de una época que sigue resonando en las calles, en las casas de zinc y en los charcos de lluvia que reflejan el cielo tropical.
Long Play no es un cuento de hadas ni una construcción idealizada del recuerdo. Es, más bien, un conjunto de registros sonoros y visuales: cada relato funciona como un disco distinto, un LP de vinilo que puede estar rayado, reproducirse solo una vez o sonar impecable sin que logremos detenernos ante su perfección.
La metáfora musical que atraviesa el libro no se limita al título: Rodríguez Torres logra, con su prosa vibrante y cinematográfica, que cada historia tenga un ritmo propio, un tono, un tempo que refleja tanto el fluir de la vida urbana como la intensidad de sus emociones.

Santiago de los Caballeros entre los 70 y los 90: una ciudad que respira, se despeina y baila
El recorrido cronológico de la obra permite al lector sumergirse en tres décadas donde la ciudad, como protagonista silenciosa, sufre, se enamora, se altera y se adapta.
Los años setenta y ochenta aparecen atravesados por el pulso de la vida cotidiana, donde la modernidad coexiste con la precariedad, y donde los jóvenes de cada generación descubren que crecer implica aprender a moverse rápido y hablar alto, mientras las cicatrices de lo social y lo personal se amontonan.
Durante los noventa, la narración se intensifica, y la urbe deja de ser solo un espacio físico para convertirse en un personaje moral y emocional, testigo de pasiones, traiciones y alegrías que transcurren bajo techos de zinc y calles húmedas por la lluvia.
La ciudad que se dibuja en Long Play es cruda y sensible, capaz de bailar merengue sobre charcos de sangre y de susurrar secretos de amor a quienes saben escuchar.
La memoria convertida en música
Uno de los hallazgos más notables de la obra es la manera en que Rodríguez Torres transforma la memoria en experiencia musical. No hay narrativa lineal que imponga un orden frío; cada cuento funciona como un track, con su propio volumen emocional y su cadencia particular.
Esta estructura de “long play” permite al lector sentir la temporalidad de la ciudad, la velocidad de la juventud y la densidad de la historia local, casi como si escuchara un álbum que recoge la banda sonora de un país que no se detiene, incluso cuando todo a su alrededor parece desmoronarse.
La referencia al vinilo no es superficial. Así como un LP puede rayarse o reproducirse de manera imperfecta, los recuerdos en la ciudad de Santiago son fragmentados, incompletos, a veces dolorosos, pero siempre cargados de autenticidad.
El lector encuentra en esta técnica narrativa una lección de cómo la memoria puede ser reconstruida sin perder la textura de lo vivido.
Personajes que viven rápido y hablan alto
Los personajes que habitan Long Play son intensos, efímeros y, en ocasiones, vulnerables. Viven a la velocidad que dicta la ciudad, se pierden fácilmente y enfrentan un mundo que rara vez ofrece segundas oportunidades. Son individuos conscientes de que la existencia puede ser fugaz, y que los momentos de felicidad se intercalan con la desesperanza y la culpa.
A través de estos relatos, Rodríguez Torres explora la fragilidad humana y la resistencia frente a la adversidad, mostrando cómo los habitantes de una ciudad que “nunca fue inocente” aprenden a sobrevivir y, sobre todo, a bailar: una danza que es tanto literal como metafórica, símbolo de persistencia y celebración a pesar de las heridas que deja el tiempo.
Nostalgia y culpa: los hilos invisibles de la narración
La obra también se sumerge en el terreno de la nostalgia y la culpa, emociones que atraviesan cada relato con delicadeza y fuerza. La nostalgia no es un mero recuerdo dulce; es un recordatorio de lo perdido, de las oportunidades no tomadas, de los amores y traiciones que marcaron generaciones.
La culpa se muestra como un eco constante de las decisiones humanas, de la imposibilidad de escapar al juicio propio o al de la sociedad.
Rodríguez Torres logra equilibrar estas emociones sin caer en el sentimentalismo excesivo. Cada relato es preciso en su descripción, pero abierto a la interpretación del lector, permitiendo que la memoria y la experiencia de quien lee se encuentren con la del narrador.
La ciudad como archivo emocional y cultural
Más allá de los personajes individuales, Santiago de los Caballeros se convierte en archivo de memorias colectivas. Sus calles, barrios y rincones son testigos de la historia que no siempre aparece en los libros de texto ni en los titulares.
Los techos de zinc, los aguaceros repentinos, los cafés y merenderos son marcos que contextualizan la existencia humana, mostrando cómo la geografía urbana influye en los vínculos sociales, el amor y la pérdida.
El lector percibe que la ciudad, como un álbum de fotografías o una serie de grabaciones de vinilo, guarda secretos que solo pueden ser comprendidos a través de la experiencia de la narración.
Cada historia, por breve que sea, permite reconstruir un panorama sociocultural que abarca tres décadas de transformación, conflicto y adaptación.
Homenaje a un país que siempre encuentra cómo bailar
Finalmente, Long Play se erige como un homenaje a la resiliencia y al ritmo inconfundible de la República Dominicana. A pesar de la violencia, la precariedad y las heridas sociales, los personajes —y por extensión la ciudad misma— descubren formas de expresión y celebración.
La música y el movimiento se convierten en metáforas de supervivencia: el merengue, los pasos improvisados, los bailes nocturnos bajo la lluvia son símbolos de una identidad que se niega a desaparecer.
Es, en última instancia, un llamado a reconocer la riqueza de la vida cotidiana, incluso en sus manifestaciones más complejas y contradictorias.
La obra nos recuerda que la memoria, la cultura y la emoción están inseparablemente entrelazadas, y que los relatos que nos legan los escritores son faros que iluminan tanto la historia colectiva como nuestra comprensión de lo humano.
Síntesis
Long Play: Cuentos para no olvidar cuando todo ardía más despacio es mucho más que un compendio de relatos y poemas. Es una sinfonía narrativa que conjuga memoria, cultura y emoción.
Rafael Rodríguez Torres nos ofrece la oportunidad de recorrer Santiago de los Caballeros desde su historia íntima y colectiva, revelando sus luces y sombras, sus amores y traiciones, su música y su dolor.
La publicación disponible en digital y tapa blanda vía Amazon confirma que la literatura dominicana contemporánea sigue produciendo obras que no solo cuentan historias, sino que documentan y celebran la experiencia humana con precisión, sensibilidad y ritmo.
Leer Long Play es dejarse llevar por una ciudad que no se detiene, por personajes que viven rápido y por emociones que permanecen mucho después de cerrar el libro.
Es, en definitiva, un viaje por la memoria y la identidad de un país que siempre encuentra la manera de seguir bailando, incluso sobre sus propias heridas.