Por Elías Wessin Chávez
En el argot del juego de gallos, el “golpe del roquete” es aquel espuelazo inesperado y fulminante que define la pelea entre dos gallos.
El gallo que lo da pone a su oponente «a dar vueltas como un trompo» hasta que cae y termina la pelea.
Este simil de «golpe del roquete» en el escenario global contemporáneo, está siendo preparado con precisión quirúrgica: la eliminación del dinero físico y la imposición de un sistema de transacciones digitales controlado centralmente.
Muchos pueblos todavía no se han percatado de que detrás de la aparente modernización financiera y del discurso de “eficiencia y seguridad”, se esconde la mayor herramienta de dominación jamás concebida.
Cuando desaparezca el dinero en efectivo, desaparecerá también la libertad económica del ciudadano común. Cada transacción, cada compra y cada ahorro quedarán registrados, rastreados y, peor aún, autorizados o bloqueados por quienes controlen el sistema.
El globalismo financiero, bajo la fachada de la innovación tecnológica, avanza hacia la monetización total de la conducta humana. Lo que hoy se presenta como “banca digital”, “monedas estables” o “pagos inteligentes” no es más que el preludio de un nuevo orden económico digital, donde la soberanía individual y nacional quedará subordinada a algoritmos y entidades supranacionales.
Cuando ese momento llegue (y no está lejos) los pueblos ya no necesitarán cárceles físicas; bastará con congelar una cuenta digital para silenciar la disidencia o castigar la desobediencia. Un ciudadano sin acceso a su dinero deja de ser ciudadano: se convierte en dependiente, en súbdito.
El efectivo, con todos sus defectos, garantiza algo esencial: anonimato y autonomía. Permite que el individuo pueda ayudar, donar, comprar, vender o ahorrar sin mediaciones políticas ni tecnológicas. En cambio, el dinero digital, especialmente el emitido por bancos centrales, (Central Bank Digital Currency-CBDC) convierte la economía en un sistema de vigilancia integral.
El “golpe del roquete” del globalismo no será militar ni ideológico: será tecnofinanciero. Y cuando ocurra, el golpe será tan sutil que muchos lo celebrarán como progreso. Las élites tecnocráticas y financieras venderán la ilusión de comodidad, mientras cierran el cerco de control sobre las naciones y las personas.
Por eso, urge que los países (especialmente los de identidad cultural fuerte y vocación soberana) resistan este proceso con visión estratégica:
▪︎ Defendiendo la coexistencia del efectivo y lo digital.
▪︎ Impulsando monedas nacionales respaldadas por producción real, no por deuda.
▪︎ Promoviendo una educación económica crítica, que advierta sobre las implicaciones del control digital.
▪︎ Rechazando la cesión de soberanía monetaria a organismos internacionales o plataformas privadas globales.
La batalla del siglo XXI no será sólo por la política o el territorio. Será por quién controla el flujo del dinero y la información.
Si los pueblos no despiertan a tiempo, el “golpe del roquete” globalista nos encontrará distraídos, aplaudiendo nuestra propia esclavitud digital, y nos quedaremos como «gallolocos» dando vueltas como un trompo.
El autor es abogado, político y teólogo dominicano. Es presidente del Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano y diputado al Congreso Nacional actualmente, posición que además ostentó previamente en los periodos 1986-1990 y 1998-2002.
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