Por: Marcos José Núñez
Desde entregas anteriores, hemos venido abordando temas relacionados con la importancia del dominio insular, el control de los territorios pero principalmente de los mares y de cómo los imperios de la antigüedad fueron cimentando estratégicamente el poder que les sirvió para imponerse por encima de los demás países y reinos.
En ese mismo sentido también hemos procedido a explicar los hechos y circunstancias específicos que les permitieron construir su hegemonía en las diferentes etapas en que estuvo dividida la edad antigua, señalando de manera concreta como la diferencia entre la talasocracia y la telurocracia es la clave para entender sus grandes conquistas.
También hemos procurado destacar como estos imperios hegemónicos de la antigüedad y de la edad media, de alguna manera han servido de modelo en épocas mucho más recientes a países principalmente de occidente para convertirse en una especie de espejo en el contexto del mundo actual de lo que antes hubo.
Y es que dice un proverbio muy conocido que “no hay nada nuevo bajo el sol”.
Antes de proseguir, debemos abocarnos a explicar brevemente qué es el concepto de la globalización y su vinculación general al tema que estamos desarrollando en este artículo para el provecho exclusivo de nuestros potenciales lectores.
¿Qué es la globalización?
El concepto primigenio de lo global, aunque ya se había registrado en la lengua inglesa en el primer tercio del siglo XX, en realidad adquiere mucho mayor importancia cuando aparece siendo utilizado por el escritor Marshall Macluhan en la década de los años sesenta de ese mismo siglo, en una serie de libros en donde describe el nivel potencial de interconexión planetaria de la humanidad en ese momento y a través de los diferentes medios de comunicación.
Sin embargo, con el autor Marshall Macluhan, el término de lo global y el anglicismo “globalization” (globalización), adquiere una dimensión aún mayor más adelante, cuando aparece presentado como “la aldea global” en el libro del mismo nombre, publicado en el año 1989, coincidiendo con la crisis del bloque soviético y la caída del muro de Berlín.
El mundo nuevo que iniciaba la humanidad a finales del siglo XX y en los albores del siglo XXI preconizado por MacLuhan y Powers en 1989 (libro póstumo, ya que McLuhan había fallecido antes) era cada vez más pequeño e interconectado por carreteras o autopistas de información dado el uso masivo de tecnologías avanzadas en aspectos como la aparición de cadenas de televisión internacional, nuevos dispositivos de comunicación, amplia conexión satelital para telecomunicaciones y la aparición del fenómeno digital llamado internet a lo largo de la década de los noventa.
Por tanto, la globalización no es más que un globo terráqueo, un mundo cada vez más integrado, conectado, vinculado y unido por nuevos caminos diferentes y alternos a los acostumbrados, haciendo de zonas apartadas de nuestro planeta, sociedades a donde la información podía llegar primero que las personas por los medios de transporte y comunicación que habían sido tradicionales en su utilización por parte del género humano.
Pero también la globalización ha implicado otros aspectos no menos importantes. Los mecanismos de integración comercial o regional entre los países de ambos hemisferios planetarios, el uso de una lengua internacional como el inglés para la comunicación estandarizada y una moneda mundial de preferencia para transacciones financieras de gobiernos y empresas como el dólar, son elementos nodales que junto a la notable influencia cultural y en menor medida religiosa, añaden capas de profundidad al estudio del fenómeno.
Aunque el concepto de globalización ha sido de utilización propia y muy extendida en esta época contemporánea, partiendo de la hegemonía global occidental lograda por los herederos del imperio británico como son los Estados Unidos de América principalmente a partir de 1992, la primera gran globalización (sin la designación o existencia del término en el latín clásico) del mundo antiguo, la impulsó nada más y nada menos que el imperio romano hace unos dos mil años atrás. La comparación de modelos como veremos en lo adelante es totalmente valedera.
Roma, entiéndase las élites políticas que controlaban el gobierno republicano fuese éste dictadura, triunvirato o consulado, posteriormente convertido en “imperium” hacia el año 27 a.c. aproximadamente, se propusieron dominar el mar mediterráneo y construir su hegemonía sobre la absorción o destrucción de otros principados, reinos y gobiernos que existían tanto en el occidente como en el levante.
Dejaron de ser ciudad-estado para convertirse en un reino menor y se fueron expandiendo primero por toda la península itálica (dominando a etruscos, sabinos, griegos), al mismo tiempo que iba dejando de ser un reino menor para convertirse en república; luego conquistaron las islas más cercanas, de ahí a dominar Grecia, Macedonia y Asia Menor, casi simultáneamente hicieron lo propio en el norte de África, llegaron a Hispania, entraron a las Galias, allí vencieron y con ello lograron por primera vez unir bajo un solo gobierno, regiones y lugares tan distantes de aquel mundo antiguo que ha llegado hasta nosotros a través de numerosos textos e inscripciones.
Los romanos se trazaron como meta dominar todas las costas y países alrededor del mar Mediterráneo en todos los puntos cardinales hasta que lo lograron, y como explicamos en entregas anteriores designaron como “Mare Nostrum” a esta forma absoluta de dominio, similar pero no exactamente igual a la globalización que hemos conocido.
La influencia cultural
Medio Oriente y casi todo el Occidente conocido, controlados. Pero también Roma dominaba con cierto grado de tolerancia la economía, la política, el derecho, la defensa y con la particularidad de que la cultura predominante era la griega, es decir, la lengua predominante era la koiné (el idioma griego internacional parecido al inglés que se habla hoy) por encima del latín de los romanos, los dialectos de los celtas, los dialectos siriaco, mesopotámico y judío del idioma arameo, el copto, el chino antiguo, la lengua de los partos y los dialectos de los pueblos germanos.
Los griegos-macedonios habían llevado el proceso conocido como la “helenización” por todo el oriente hasta las puertas de la India al absorber el gran reino de los persas, antes del ascenso de Cartago primero y después de Roma como potencias pero, en las regiones de Europa y África al occidente del Mediterráneo, pese tener alguna presencia en determinados lugares, la cultura de los griegos, su idioma, educación, literatura, idiosincrasia, tecnologías, modas, no tuvieron la gran trascendencia social que luego si alcanzó bajo el imperio de los romanos.
El pueblo romano admiraba el gran desarrollo político y cultural que había alcanzado Grecia por sí misma y luego en conjunto con los conquistadores macedonios pero deseaba obtener el control de todos sus dominios. Varios emperadores romanos, tribunos, jurisconsultos, poetas, filósofos y ciudadanos notables aprendieron la lengua, costumbre y manera de los griegos, sea porque fueron educados por preceptores griegos o por esfuerzo propio de formarse en la edad adulta.
Por citar un ejemplo, obras literarias muy conocidas como fue “La Eneida” escrita por el literato y poeta Virgilio en el siglo I a.c. trató de situar el origen del pueblo romano en un personaje mítico llamado Eneas, ciudadano probablemente de cultura griega que habría escapado precariamente a la caída de la ciudad de Troya en Asia Menor -en la épica narrada alegadamente por Homero-, para llegar hasta las costas de Italia e iniciar una descendencia creadora de los primeros pueblos latinos que se asentaron posteriormente en Roma.
La libertad religiosa
Un elemento de la “globalización” de los romanos que fue un conjunto de iniciativas propias vinculadas con el proceso de helenización que iniciaron los griegos cientos de años antes, fue el permitir cierta libertad religiosa y cultural de sus pueblos subordinados, siempre que dichas manifestaciones no conspirasen para subvertir la política de dominación existente.
El politeísmo sincrético griego y romano era aceptado ampliamente en casi todas las poblaciones del imperio, dado que eran parte de los valores culturales compartidos; muchos dioses griegos eran prácticamente los mismos del panteón de dioses romanos como por ejemplo el Zeus del mundo griego es el mismo Júpiter al que rendían culto los romanos.
En principio, el monoteísmo judío y sobretodo la aparición del culto de los cristianos fue bastante tolerado por el gobierno de los romanos hasta que en el reinado de Nerón, éste acusó falsamente a los seguidores de Cristo de estar envueltos en una conspiración política contra la figura del emperador y de incendiar la ciudad de Roma, lo cual era completamente falso, siendo aquello el inicio de casi tres siglos de gran persecución religiosa completamente irracional que terminó con la unión de la iglesia cristiana y el estado romano durante el imperio de Constantino, en el siglo IV de nuestra era.
Hoy día bajo el influjo de la globalización actual que empezó en occidente, coexisten de manera relativamente pacífica el cristianismo en sus versiones católica, ortodoxa y protestante y sus más de mil quinientos millones de feligreses en todo el mundo con los cientos de millones de musulmanes, budistas, hinduistas, sintoístas, creencias tribales africanas, entre otros credos menores.
La organización política y administrativa
El gobierno de los romanos y la organización de las provincias romanas tenían un particularísimo carácter dual que de algún modo, les permitía tener un eficaz control político, administrativo y militar, de acuerdo a la ubicación geográfica de cada una de ellas y las necesidades que se presentaban.
Parte del éxito de Roma y que luego fue de alguna manera tomado como referencia por otras potencias mundiales en el futuro –y hasta el día de hoy- es que poseía un gobierno en el que coexisten un único gobernante, el emperador quien concentraba en su persona las calidades de rey, príncipe, cónsul, dictador, tribuno, sumo pontífice, entre otros títulos o magistraturas, pero tenía el contrapeso de un órgano legislativo colegiado que aprobaba o desaprobaba ciertas decisiones político-administrativas como lo era el Senado, una asamblea de ciudadanos de cierto nivel social parecida a las que ejercían un rol muy similar en las ciudades-estado griegas.
En tal virtud, debemos destacar que había un grupo de provincias que eran administradas directamente por el imperator (emperador) que revestían una importancia capital para la seguridad nacional del gobierno, dado que en su mayoría estaban ubicadas en lugares apartados de Roma o sobre las líneas fronterizas de las más recientes conquistas imperiales. Se debe resaltar que ese tipo de administración por medio de gobernadores militares se comenzó a implementar en el reinado de Augusto y representó una innovación que garantizó la preservación del imperio durante siglos.
Por el otro lado, había provincias que eran directamente administradas por designaciones del Senado de Roma, menos militarizadas que las imperiales, algunas de las cuales eran de las más antiguas provincias o cerca de cuyo suelo no existían amenazas tangibles que fuesen a arrebatarlas de su control imperial. Estas demarcaciones territoriales eran gobernadas de manera republicana, por un funcionario político denominado como procónsul.
Existía un pequeño grupo de provincias o regiones que tenía cierta autonomía, en algunos casos hasta con reyes que eran vasallos o aliados pero con legiones romanas presentes en sus territorios como fue el caso de algunas regiones del cercano oriente y partes de África; había además los llamados reinos satélites que eran verdaderos reinos o ciudades-estado con ejército y economía propia pero que pagaban tributos a Roma para evitar ser anexadas o subordinadas definitivamente.
Las comunicaciones y el transporte
Todas las rutas marítimas del mar Mediterráneo eran controladas férreamente y de manera centralizada por Roma proceso que inició desde que derrotaron a los cartagineses pero, procuraron con mucha astucia establecer nuevas formas de comunicación por medio del uso de las llamadas vías o calzadas.
Antes de continuar, se debe indicar que casi cuarenta años antes del imperio de Augusto, la Roma del triunvirato de Pompeyo, Craso y César se había trazado como objetivo estratégico de seguridad nacional, reducir la agresiva piratería existente en todo el mediterráneo y para ello necesitaban no solo construir una gran flota de barcos de guerra capaces de combatir, sino acortar las distancias terrestres entre ciudades y puertos para entre otras cosas, dinamizar el traslado de las tropas y legiones.
Tal es el caso de la llamada “Vía Appia”, llamada también como la “Reina de las vías” que fue la primera gran carretera mas no la única, la cual permitió la comunicación ágil desde un punto a otro, a lo interno del imperio. Dicha autopista terrestre conectaba la ciudad de Roma con el puerto de Brindisi, lugar de mucho tráfico marítimo y que facilitaba enlazar la península por mar con una parte del Mediterráneo. Aunque Bríndisi no era el único puerto en Italia era sin dudas uno de los más importantes en términos estratégicos.
Las calzadas romanas eran una red de vías que interconectan todas las provincias del imperio y constituyeron un medio fundamental de comunicación terrestre mucho mejor logrado que los otros grandes imperios que le antecedieron y que junto con el control absoluto de las rutas marítimas y las locaciones portuarias, contribuyeron a la consolidación del dominio imperial y se podría considerar geográficamente como un elemento cohesionador que apuntala aquello que señalamos sobre Roma y la primera gran globalización: las novedades (noticias) e informaciones por vía escrita, llegaban más rápido, así como se agilizó notablemente el comercio por tierra firme, entre otros aspectos no menos importantes.
La geopolítica y las relaciones internacionales
La China de la dinastía Han era el otro gran imperio de la antigüedad parecido en amplitud territorial al romano y se comunicaba con Roma a través de la antigua Ruta de la Seda por el Asia Central, teniendo un importante intercambio comercial pero estaba muy lejos como para que se pudiesen enfrentar militarmente y cada uno tenía formas de expandirse muy diferentes.
El imperio de los partos con capital en Ctesifonte, controlaba toda la región de Mesopotamia, Media y Persia, partes de Afganistán y pequeños territorios del sur de Asia Central. Fue el rival más cercano y beligerante de Roma durante siglos pero no tenía el poder militar, ni económico, ni el gran territorio que los últimos lograron conquistar en las narices de los primeros.
Roma tuvo numerosos enfrentamientos con Partia en la época de la república y luego cuando ya eran todo un imperio, principalmente por el control de zonas fronterizas, de reinos intermedios, de rutas comerciales y por el deseo del rey parto de turno de expandirse territorialmente hacia occidente, como habían hecho los antiguos persas de quienes eran en cierto modo continuadores.
Los partos llegaron a representar un reto muy concreto para Roma, por ciertas modalidades sorpresivas de ataque y de presentar batalla de manera irregular que en cierto modo obligó al imperio romano a poner extrema vigilancia, concentrando muchas legiones en medio oriente para prevenirse frente a las incursiones ellos.
Existía el pequeño reino Indo-griego como residuo del antiguo reino de Bactria (actual Afganistán) y éste a su vez del imperio oriental de los seleúcidas (greco-macedonio) estando ubicado al nordeste de Partia, entre el sur de Asia Central y el noroeste de la india. Pese a la distancia, hubo intercambio comercial limitado con el imperio romano pero ese país estaba más interesado en conquistar la India que en enfrentarse directamente con Roma además de que entre el reino Indo-griego y Roma estaban enquistados territorialmente los belicosos partos.
En el lejano oriente estaba el imperio de los Kushán ubicado en toda la parte norte, este y cerca del centro del enorme subcontinente de la India. Como otros reinos que hubo antes y después en la región hindú, alcanzó un alto grado de desarrollo político, cultural y religioso pero no tenía motivos para contender con Roma por razones territoriales o económicas. Su rival más cercano fue el imperio Indo-griego hasta que éste desapareció en la primera parte del siglo I, d.c. bajo el asedio principalmente de sus vecinos, los partos.
En el occidente europeo por su parte, se encontraban las dispersas tribus de los celtas (llamados galos por los romanos) y en la macro región llamada “las Galias”, habitando partes de España, toda Francia, Bélgica, Suiza y Países Bajos hasta que fueron conquistados definitivamente por Roma en la época de Julio César, mientras que más al este, en la parte in fine de las Galias, estaban las tribus germanas e indoeuropeas que constituyeron un importante reino, los marcomanos asentados principalmente en el norte del río Danubio, cerca de la actual república checa.
Los marcomanos venían del norte franco de Europa y estaban posiblemente emparentados con los suevos. Llegaron a derrotar a Roma algunas veces a través de los siglos pero su primera gran victoria significativa (y la más dolorosa) fue ganada por su rey, Arminio en la batalla de Teutoburg Wald o Bosque de Teutoburgo (también llamada como desastre de Varo, general de las tropas romanas derrotadas) en el año 9 d.c. perdiéndose tres legiones romanas. Todo el sur y oeste de Alemania más adelante pasó a ser dominada e integrada como parte de una provincia romana de la Galia.
Había cuatro provincias romanas en las Galias como la Narbonense, Lugdunense, la Bélgica y la Aquitania pero geográficamente las Galias estaban divididas en dos partes: Galia Cisalpina y Galia Transalpina.
Yendo más al este, en la parte nororiental de la Europa moderna y en las estepas de la actual Rusia, estaban los Sármatas que algunos creen que eran parte de las tribus de los Escitas, una tribu que se supone era de origen indoeuropeo lejanamente emparentados tanto con los germanos como con los persas.
Al oeste y sur de la provincia romana de África, estaban los reinos de la Mauretania y Numidia, ambos de historia conjunta, quienes estuvieron también muy vinculados a Cartago hasta su caída, pero posteriormente los mauretanos se convirtieron en un reino aliado de Roma, durante mucho tiempo. Luego ese territorio de carácter estratégico fue absorbido por los romanos, aprovechando un vacío de poder y pasó a constituir una nueva provincia.
En la Britannia de la época de los romanos, había resistencia a la conquista de parte de tribus celtas, así como de las belicosas tribus de los pictos y escotos al noroeste de las murallas de la trasatlántica provincia romana de Britania, no obstante ninguno de éstos grupos eran rivales de cuidado para Roma como si eran efectivamente los partos y en menor medida, los germanos.
La economía (El aspecto monetario)
Cada imperio no solo logra acumular territorios y controlar ampliamente los mares como hizo Roma con el principal de todos en su época como lo fue el Mediterráneo, sino que procuró imponer su poder interviniendo en el comercio y por vía de consecuencia en la economía de los pueblos conquistados a través de la impresión de monedas para uso común, con la misma significación que tiene el dólar y sus denominaciones para nosotros en el mundo de hoy.
Es por ello que Roma al igual que los imperios que le antecedieron y los que le han sucedido, como parte de un modelo limitado de centralización acuñó y puso en circulación monedas con respaldo para el intercambio comercial como lo fue el “Denario Aureus” hecha en oro, el “Denario Argentus” hecha en plata, el “As” que era de cobre y los “Sestercios” equivalente a 2.5 ases cada uno.
No huelga decir que se permitía de manera restringida, acuñar monedas de cobre y bronce para su circulación en algunas provincias del imperio con el propósito de resolver necesidades puntuales en términos culturales o comerciales en el aspecto local, pero generalmente debían tener menos valor que las diferentes denominaciones de la moneda oficial romana.
También en los comienzos del imperio se permitió de manera limitada la circulación de viejas monedas como el “Talento”, unidad de medida muy antigua proveniente de Mesopotamia, formalmente adoptada en el imperio de los griegos y equivalía a nada menos que a seis mil “Dracmas”, esta última, una valiosa moneda griega hecha de plata, que tenía el Óbolo como unidad intermedia y la “Mina” como la denominación más pequeña.
Por último en este aspecto, se tenía la costumbre de imprimir o crear las monedas con inscripciones indicativas de la fecha de inicio de la gestión o del periodo de tiempo transcurrido del gobierno del rey o emperador vigente en ese momento.
El uso del calendario (El tiempo)
En accidente desde la edad media, los reinos cristianos de Europa prácticamente por consenso adoptaron de forma oficial el calendario juliano pero adaptado a la supuesta fecha de nacimiento de Jesucristo que desde la iglesia católica se fijó de manera bien intencionada (para uso general de toda su feligresía) en el llamado año 0 y que en los actuales momentos ya vamos por la fecha de 2025.
Pero antes que todo esto, el imperio de los griegos-macedonios, antecesor del imperio romano, impuso el uso en documentos oficiales en sus territorios del calendario lunar-solar de 12 meses con un decimotercer mes cada dos años, basado en la fecha de la primera olimpiada, la cual había sido fijada en el 776 a.c. aproximadamente y cuya celebración deportiva se efectuaba en períodos de cada cuatro años.
El imperio romano por su parte impuso el uso en documentos oficiales en todos los territorios bajo su control del calendario solar reformado de 12 meses de 30 días (el calendario juliano al que nos referimos en el párrafo inicial de este bloque), obra del insigne conquistador Julio César y cuya fecha aproximada de inicio coincidía con la supuesta fundación de la ciudad de Roma en el año 753 antes de Cristo.
Tanto en el caso de los antiguos persas antes que los griegos, así como posteriormente hicieron los romanos, no obstante el uso del calendario oficial, permitían a los pueblos conquistados celebrar ciertas festividades propias o religiosas de cada uno en fechas que no necesariamente coincidían con el año civil y solar vigente.
Salvo el caso de China Popular, el Estado de Israel, ciertos países de mayoría musulmana y otros pueblos no menos importantes que tienen religiones o una cultura en paralelo con el resto del mundo, una gran cantidad de países comparte como efecto temprano de la globalización, el calendario civil gregoriano que sustituyó al juliano (debido a una corrección por desfase solar de algunos días en el siglo XVI) el cual rige de manera absoluta como estándar internacional en occidente y en decenas de países geográficamente distantes dentro del globo terráqueo.
![]()

