¿Puede Argentina recuperar su antiguo esplendor como dice el presidente Milei?

 

Por: Marcos José Núñez

Como explicamos en el artículo anterior, la República Argentina celebró un proceso comicial a finales de octubre en el que por lo visto, la opción del oficialismo libertario ganó ampliamente, gracias a alianzas electorales de última hora y a la transferencia de liquidez como ayuda externa determinante proveniente del actual gobierno de los Estados Unidos de América.

El presidente argentino Javier Milei, desde antes de que su campaña a la presidencia tomase cuerpo en 2023, enarboló el discurso de que había que volver a hacer grande a Argentina de nuevo, evocando un pasado en que dicho país vivió una edad de oro y de prosperidad que habría sido dolorosamente perdida.

A continuación, para poner en contexto, citamos un extracto de un discurso de Milei: «Están dadas todas las condiciones para que nuestra Argentina entre en un nuevo siglo de oro y que dejemos atrás la barbarie populista y nos volvamos a convertir en la primera potencia mundial.»

No huelga decir que Argentina fue de los diez países más grandes del mundo en términos económicos hasta que a principios de los años treinta del siglo XX -coincidiendo con el crack masivo de los mercados financieros internacionales y el inicio de un periodo de cierta inestabilidad política nacional-, empezó a experimentar un lento descenso y una decadencia gradual, pero nunca fue primera potencia del mundo, como afirma exageradamente Milei.

De hecho, se estima que a partir de la primera guerra mundial, la Argentina alcanzó un producto interno bruto per cápita de tal magnitud que pasó a ser, dentro de ese listado de los diez más grandes, la segunda economía de todo el globo terráqueo.

Antes de proseguir, se debe destacar que la nación argentina es el país más grande de la América hispana con casi tres millones de kilómetros cuadrados, por encima de los Estados Unidos Mexicanos en cuanto a territorio continental, insular y marítimo, incluyendo parte de la Antártida que también les pertenece, lo que hace de Argentina una plataforma territorial bi-continental enorme (excluyendo las islas Malvinas) que sobrepasa los seis millones de kilómetros cuadrados.

Con sus pampas y sus gauchos, Argentina particularmente como país fue en su momento, el principal exportador de carnes, víveres y cereales del mundo entre 1880 a 1940 aproximadamente; de hecho, hay que resaltar que posee de las tierras más fértiles del planeta pero nunca fue primera potencia global sino una de las diez economías más importantes.

La primera potencia económica del mundo era un puesto disputado entre Reino Unido y Estados Unidos, seguidos muy de cerca por la República Argentina, Francia, Alemania, Japón entre otros. En la época a la que se refiere Milei, se trata de la última fase de la segunda etapa de la revolución industrial.

Lo que se puede ver en sus palabras es un discurso que busca cautivar con la esperanza de un futuro mejor, de un retorno seguro al pasado glorioso, de volver a retomar una senda de gloria perdida, pero en las actuales condiciones y de la mano de países más poderosos de la zona, nunca sería de primer lugar, como afirma.

Es un reto difícil, hoy día muy difícil, el lograr convertirse en primera potencia exportadora o segunda economía como alguna vez fueron, dado el enorme rezago acumulado durante décadas, más lo diverso y competitivo que se ha vuelto el mercado agrícola e industrial en el siglo XXI, con nuevas tecnologías que son utilizadas extensivamente para habilitar determinados espacios para la producción en cualquier parte.

Nosotros nos preguntamos en tanto, si recuperar la grandeza o el antiguo esplendor del país austral, pasa por lo que les permitan los estadounidenses, quienes se han convertido en principales acreedores individuales de la deuda externa de los argentinos y que como potencia absolutamente dominante en occidente, habría que esperar si ven o no con buenos ojos, un fuerte ascenso económico de un socio menor.

Lo ideal sería que ante el ascenso imparable de China Popular y de otros importantes países del sur y oriente global agrupados en el “BRICS Plus” (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica mas otros aliados), éstos cuenten con un contrapeso o si se quiere con la creación de una serie de bloques regionales en el norte y oeste hemisférico, de suerte que la balanza no quede inclinada de un solo lado.

Están dadas las condiciones para que occidente pueda competir frente a los nuevos actores globales que se levantan en otras regiones del planeta, sin que ello constituya de ningún modo algo así como sabotaje, desconocimiento o intentos de deshacer el grado de importancia que ya poseen.

Loading