Redacción Exposición Mediática.- La cultura woke, originada en Estados Unidos, se refiere a una conciencia social y política enfocada en la justicia social, especialmente en temas de raza, género y orientación sexual. Se caracteriza por la crítica a sistemas de opresión y la promoción de la igualdad, pero también ha sido objeto de críticas por su enfoque a veces percibido como radical o polarizante.

La cultura woke surge de movimientos sociales y activistas que buscan combatir desigualdades y promover la inclusión.

La cultura woke es un concepto complejo y multifacético, con aspectos positivos y negativos, que sigue generando debate y controversia en la sociedad actual.

Origen y evolución del término “Woke”

El término woke proviene del inglés afroamericano, donde originalmente significaba “estar despierto” (awake) y alerta frente a la injusticia racial y social.

Su uso temprano se documenta ya en la década de 1930, en contextos de activismo afroestadounidense. Por ejemplo, el cantante de blues Lead Belly, en los años 30, advertía a su audiencia “stay woke” como llamado a estar alerta ante la violencia racial.

Durante la era de los Derechos Civiles en EE. UU. (1950-60), woke reforzó su sentido de conciencia política y vigilancia frente a la discriminación.

En la década de 2010, el término se revitalizó en redes sociales como parte de movimientos como Black Lives Matter, ampliando su foco: de la injusticia racial a la justicia social en general

¿Qué es la “Cultura Woke”?

En su definición contemporánea, la Cultura Woke se refiere a una actitud de extrema sensibilidad y compromiso con la justicia social, especialmente en torno a:

•Racismo estructural.

•Sexismo y derechos de género.

•Derechos LGBTQ+.

•Diversidad e inclusión.

•Ecologismo y justicia climática.

•Defensa de minorías étnicas o culturales.

La idea central es “estar despierto” ante privilegios, discriminaciones y desigualdades sistémicas, promoviendo cambios en lenguaje, instituciones y normas sociales.

Expansión y manifestaciones

En la práctica, la Cultura Woke se manifiesta en:

•Cambios en el lenguaje inclusivo (uso de pronombres, términos no sexistas).

•Denuncias públicas de discriminación (activismo digital).

•Revisiones de símbolos históricos, monumentos o marcas.

•Movimientos de “cancel culture” (boicot social a figuras públicas o productos considerados ofensivos o discriminatorios).

Críticas y controversias

El concepto se ha vuelto polarizante y altamente politizado:

•Para defensores, ser woke significa mantener la conciencia crítica necesaria para avanzar hacia una sociedad más equitativa.

•Para críticos, la Cultura Woke ha derivado en moralismo excesivo, censura, polarización y supresión de la libertad de expresión.

Autores conservadores y liberales críticos denuncian lo que llaman wokeism como una forma de dogma ideológico, comparándolo con un nuevo puritanismo que vigila el lenguaje y la conducta.

Ejemplos polémicos incluyen:

•Retirar libros clásicos (Dr. Seuss, Mark Twain) por lenguaje considerado ofensivo.

•Cancelación de artistas, profesores o personajes públicos.

•Controversias sobre libertad académica en universidades.

¿Por qué se volvió tan global?

La Cultura Woke es un fenómeno globalizado, impulsado por:

•El auge de las redes sociales (Twitter, Instagram, TikTok) como espacios de vigilancia y denuncia.

•La interconexión de movimientos: feminismo interseccional, antirracismo, derechos trans.

•La viralidad de hashtags como #BlackLivesMatter, #MeToo, #SayHerName.

Análisis académico y perspectivas

Desde la sociología y los estudios culturales, se reconoce que la Cultura Woke articula tensiones profundas:

Identidad vs. universalismo: ¿Cuánto debe una sociedad segmentarse por identidades?

Libertad de expresión vs. discurso de odio: ¿Dónde trazar el límite entre protección de minorías y censura?

Memoria histórica vs. revisionismo: ¿Es legítimo derribar estatuas o reescribir relatos nacionales?

Autoras como Angela Davis y Kimberlé Crenshaw (teórica de la interseccionalidad) han influido en su base intelectual. Críticos como Jordan Peterson, Douglas Murray o Helen Pluckrose argumentan que la Cultura Woke lleva el activismo identitario a extremos contraproducentes.

Conclusión

La Cultura Woke es un fenómeno complejo que refleja la evolución de la conciencia social contemporánea, con aportes claros en visibilizar injusticias históricas, pero también con riesgos de dogmatismo y polarización.

Entenderla requiere separar su origen legítimo como vigilancia crítica de sus derivaciones más polémicas.

Bibliografía y referencias clave

•Davis, Angela. Women, Race & Class. (1981)

•Crenshaw, Kimberlé. (1991). Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color. Stanford Law Review.

•Murray, Douglas. The Madness of Crowds: Gender, Race and Identity. (2019)

•Pluckrose, Helen & Lindsay, James. Cynical Theories: How Activist Scholarship Made Everything about Race, Gender, and Identity. (2020)

•DiAngelo, Robin. White Fragility: Why It’s So Hard for White People to Talk About Racism. (2018)

Casos recientes: empresas, medios y escándalos vinculados a la Cultura Woke

Empresas: políticas inclusivas y reacciones

Disney:

En 2022, Disney fue foco de debates woke cuando empleados y creativos presionaron a la empresa para posicionarse contra la ley conocida como Don’t Say Gay en Florida (que restringe la enseñanza de temas LGBTQ+ en escuelas). La empresa adoptó una postura explícita de apoyo a la comunidad LGBTQ+, provocando reacciones políticas adversas: el gobernador Ron DeSantis impulsó medidas para retirar privilegios fiscales a Disney, en lo que se interpretó como represalia a su “activismo woke”.

Bud Light (Anheuser-Busch):

En 2023, Bud Light enfrentó un boicot cuando lanzó una campaña con Dylan Mulvaney, una influencer transgénero. Sectores conservadores acusaron a la marca de “volverse woke” y politizar su imagen. La reacción fue un desplome temporal de ventas y críticas cruzadas: consumidores progresistas defendieron la campaña, mientras los críticos la tildaron de oportunismo sin coherencia corporativa.

Nike y Colin Kaepernick:

En 2018, Nike protagonizó un hito: fichó al jugador de fútbol americano Colin Kaepernick —quien había protestado arrodillándose durante el himno para denunciar la brutalidad policial— como imagen de su campaña Just Do It. La marca fue celebrada por unos como pionera woke y criticada por otros por “politizar” el deporte. Paradójicamente, las ventas subieron, demostrando que apelar a valores woke también puede ser rentable.

Medios y entretenimiento: cambios de narrativa y cancelación

Netflix y Dave Chappelle:

En 2021, el especial de stand-up de Dave Chappelle (The Closer) generó protestas internas de empleados LGBTQ+ en Netflix, quienes denunciaron comentarios transfóbicos. Netflix defendió la libertad creativa del comediante, abriendo un debate sobre los límites del humor y la cultura de la cancelación dentro de la propia empresa.

Escándalos y controversias públicas

Monumentos y memoria histórica:

Durante el auge de Black Lives Matter (2020), se derribaron estatuas de figuras históricas ligadas al colonialismo o la esclavitud: por ejemplo, Edward Colston en Bristol (Reino Unido) o monumentos confederados en EE. UU. Para sectores woke, estos actos corrigen símbolos opresivos. Para críticos, es revisionismo que borra la historia en lugar de contextualizarla.

Libros y censura editorial:

En 2023, varias editoriales reescribieron o editaron obras clásicas (Roald Dahl, Agatha Christie, Ian Fleming) para eliminar términos considerados ofensivos. Esto encendió un debate sobre hasta dónde llega la sensibilidad woke frente a la preservación del texto original y la libertad literaria.

Resumen de tendencias

Estos casos ilustran la tensión central:

•Para defensores, la cultura woke obliga a empresas y medios a adaptarse a valores de inclusión y respeto.

•Para críticos, crea ambientes de autocensura, boicot y conflictos con la libertad creativa o empresarial.

Impacto económico de la Cultura Woke: casos destacados

Nike y Colin Kaepernick: el “activismo rentable”

Contexto:
En 2018, Nike lanzó una campaña publicitaria para conmemorar los 30 años de Just Do It, con Colin Kaepernick —jugador vetado de la NFL tras protestar arrodillado contra la brutalidad policial. El mensaje era:

“Believe in something. Even if it means sacrificing everything.”

Reacción:

•Grupos conservadores boicotearon Nike; hubo quemas simbólicas de zapatillas.

•Figuras políticas (Trump incluido) atacaron la campaña como woke y antiamericana.

Impacto real:

•A corto plazo, las acciones de Nike cayeron casi un 3% el primer día.

•Sin embargo, las ventas en línea subieron 31% la primera semana (Edison Trends).

•El valor de mercado de Nike creció ~6 mil millones de dólares en los meses siguientes.

•Nike consolidó su imagen como marca alineada con la justicia social, lo que reforzó la lealtad de segmentos jóvenes y urbanos.

Conclusión:

Para Nike, el activismo woke no solo no fue una pérdida: reforzó su narrativa de marca entre consumidores clave.

Bud Light y Dylan Mulvaney: backlash y caída

Contexto:
En abril de 2023, Bud Light envió una lata conmemorativa a Dylan Mulvaney, influencer transgénero. La marca presentó esto como gesto de inclusión para atraer consumidores jóvenes y diversos.

Reacción:

•Consumidores conservadores impulsaron boicot.

•Celebridades como Kid Rock hicieron videos disparando latas de Bud Light.

•Hubo protestas y pérdida de confianza entre distribuidores.

Impacto real:

•En solo semanas, Bud Light perdió su posición como la cerveza más vendida en EE. UU.

•Anheuser-Busch InBev registró una caída de ~25% en ventas de Bud Light en algunos estados.

•Se estima que el boicot redujo su valor de mercado en más de 6 mil millones de dólares en capitalización bursátil (Bloomberg, 2023).

•La empresa despidió ejecutivos de marketing y modificó su enfoque publicitario.

Conclusión:

En este caso, el intento de posicionarse woke no fue coherente con la base tradicional de la marca y expuso una desconexión cultural con su público histórico.

Disney y la ley “Don’t Say Gay”

Contexto:
En 2022, Disney se posicionó públicamente contra la ley de Florida que limitaba la discusión de temas LGBTQ+ en escuelas.

•Empleados y creativos presionaron para que la empresa asumiera postura woke.

•El gobernador DeSantis retiró beneficios fiscales a Disney, afectando su distrito especial en Orlando.

Impacto real:

•El conflicto generó incertidumbre regulatoria y costos legales.

•Disney enfrenta desafíos para renegociar su status fiscal en Florida.

•Sin embargo, no se evidenció una caída fuerte de ingresos en parques o películas: la marca tiene múltiples fuentes de ingreso diversificadas.

Conclusión:

En este caso, el impacto económico fue indirecto: tensiones políticas y regulatorias más que caída inmediata de ingresos. El debate sobre costos futuros sigue abierto.

Claves del análisis

•El activismo woke puede ser rentable cuando se alinea genuinamente con la identidad de marca y su base de consumidores (Nike).

•También puede generar pérdidas si hay desconexión con la audiencia principal (Bud Light).

•En corporaciones gigantes (Disney), el impacto económico es más difuso y se mezcla con regulaciones, política y reputación.

Fuentes y referencias

•Edison Trends, Bloomberg, Forbes, Reuters (2023).

•Datos de capitalización bursátil y reportes trimestrales de Nike, Anheuser-Busch InBev y Disney.

La Cultura Woke obliga a las empresas a equilibrar coherencia de valores, expectativas de consumidores y riesgo de backlash. No existe fórmula única: cada caso combina mercado, narrativa y contexto sociopolítico.

Impacto económico de la Cultura Woke: ¿activismo rentable o riesgo para las marcas?

En la última década, la llamada Cultura Woke —una corriente que impulsa la conciencia crítica frente a la discriminación y la injusticia social— ha trascendido el activismo para convertirse en un factor estratégico (y polémico) para empresas y marcas globales. Desde campañas que abrazan causas progresistas hasta crisis de imagen y boicots masivos, el fenómeno muestra que “ser woke” puede traducirse tanto en ganancias millonarias como en pérdidas significativas.

A continuación, tres casos recientes ilustran cómo la alineación (o desconexión) con los valores de la Cultura Woke impacta directamente en ventas, reputación y capitalización de mercado

1.- Nike y Colin Kaepernick: activismo que suma

En 2018, Nike convirtió en rostro de su icónica campaña Just Do It al jugador Colin Kaepernick, quien había desafiado a la NFL arrodillándose durante el himno nacional como protesta contra la brutalidad policial. El eslogan —“Believe in something. Even if it means sacrificing everything.”— resumía la apuesta de la marca: vincularse abiertamente con una causa social divisiva.

A corto plazo, el riesgo parecía tangible: la acción cayó casi un 3% tras el anuncio y grupos conservadores quemaron zapatillas en redes sociales. Sin embargo, las ventas online de Nike aumentaron un 31% en la primera semana (Edison Trends). A mediano plazo, su valor bursátil se disparó: la campaña fortaleció la conexión de Nike con consumidores jóvenes y urbanos, consolidando su liderazgo en un mercado que valora marcas con posturas claras.

2.- Bud Light y Dylan Mulvaney: cuando la base se siente traicionada

En 2023, Bud Light —marca líder de cerveza en EE. UU.— colaboró con Dylan Mulvaney, influencer transgénero, para una acción de marketing conmemorativa. El gesto buscaba mostrarse inclusivo y alineado con una narrativa woke de diversidad.

Sin embargo, la reacción de su base histórica de consumidores —en su mayoría conservadores y tradicionalistas— fue inmediata: boicot viral, protestas públicas y memes que dañaron la reputación de la marca. Según Bloomberg, la caída de ventas de Bud Light en algunos estados superó el 25% y la empresa matriz, Anheuser-Busch InBev, perdió más de 6 mil millones de dólares en valor de mercado en pocas semanas. Varios ejecutivos responsables de la campaña salieron de la empresa y se ajustó la estrategia publicitaria.

Este caso mostró que el activismo woke sin coherencia con el perfil de la audiencia puede volverse un boomerang económico.

3.- Disney y la ley “Don’t Say Gay”: tensiones políticas y costos indirectos

Disney, por su parte, se vio envuelto en el debate político cuando se opuso públicamente a la ley de Florida conocida como Don’t Say Gay, que limita la enseñanza de temas LGBTQ+ en escuelas. Empleados y creativos presionaron a la compañía para asumir una postura clara, alineándose con su imagen de diversidad e inclusión.

La reacción política fue inmediata: el gobernador Ron DeSantis impulsó medidas para retirar privilegios fiscales históricos de Disney en Florida, afectando su distrito especial en Orlando. Aunque no hubo un desplome visible en ingresos de parques o películas, la controversia abrió un frente de batalla regulatorio que sigue teniendo implicaciones financieras y legales.

En este caso, el impacto económico es más indirecto: la marca protege su reputación entre creativos y audiencias progresistas, pero asume costos políticos y posibles litigios.

Conclusión: Cuando ser woke vende (o no)

Estos casos dejan claro que la Cultura Woke no es solo una etiqueta cultural: es un factor estratégico que obliga a las empresas a definir su identidad de marca frente a causas sociales. Bien ejecutado, puede fortalecer lealtades, abrir mercados y aumentar ventas (Nike). Mal gestionado o desconectado de su base, puede detonar crisis de imagen, pérdidas millonarias y reestructuraciones internas (Bud Light). En corporaciones globales como Disney, se mezcla con tensiones regulatorias y batallas políticas de alto costo.

En un entorno donde la presión social, la viralidad y la coherencia de valores pesan tanto como la calidad del producto, el desafío para las marcas es navegar el delicado equilibrio entre activismo auténtico y cálculo de riesgos.

Fuentes: Edison Trends, Bloomberg, Reuters, reportes anuales de Nike, Anheuser-Busch InBev y The Walt Disney Company.

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