Este artículo realiza un recorrido entre la psicología, la antropología y la experiencia cotidiana, respecto al tema.

Redacción Exposición Mediática.- Como era de esperarse, nuestros valiosos lectores respaldaron de manera sólida el artículo  ¿Por qué los hombres reaccionan con tanto entusiasmo al ver glúteos firmes en una mujer? y en base a esa realidad, se solicitó otra publicación del tema, pero desde la perspectiva femenina y así surgió esta publicación.

La escena es universal: un hombre camina por la calle, sin saberlo bajo la atenta mirada de varias mujeres. Quizás viste de manera sencilla, tal vez lleva un traje de oficina, o quizás camina despreocupado en shorts y camiseta.

Lo cierto es que, desde hace generaciones, la pregunta ha circulado en tertulias y conversaciones de sobremesa: ¿qué miran realmente las mujeres cuando un hombre pasa?

El tema puede parecer trivial o frívolo, pero en realidad se conecta con aspectos profundos de la psicología humana, de la evolución biológica y hasta de la construcción cultural. La atracción no es un fenómeno simple; es el resultado de siglos de instintos, normas sociales y cambios en la manera de relacionarnos.

Lo primero que hay que entender es que no existe una respuesta única”, explica la psicóloga clínica Mariana López, especialista en comportamiento humano. “Cada mujer tiene su propio mapa de atracción, influenciado por su historia personal, sus valores, sus experiencias y, claro, por los estereotipos sociales que circulan en su entorno”.

Aun así, sí es posible identificar patrones recurrentes que se repiten en distintas culturas y contextos.

El andar y la postura: la primera carta de presentación

El antropólogo argentino Juan Pablo Funes ha investigado durante años los códigos de la atracción y asegura que el cuerpo “habla” mucho antes que el rostro. “La forma en que un hombre camina transmite más de lo que creemos: seguridad, energía, fuerza o, por el contrario, inseguridad y falta de vitalidad. Una espalda erguida, una postura firme y un andar natural suelen ser percibidos como signos de salud y confianza”.

No es casual que muchas mujeres admitan que lo primero que les llama la atención de un hombre es su postura. El cuerpo proyecta, en cuestión de segundos, mensajes que impactan en la percepción inconsciente.

La psicóloga social Esther Rodríguez coincide: “Las mujeres tienden a asociar la buena postura con equilibrio emocional y fortaleza. No necesariamente buscan un físico imponente, sino alguien que se muestre en armonía con su propio cuerpo”.

El rostro: expresividad antes que belleza

Contrario a lo que se piensa, el rostro masculino no siempre es evaluado bajo los estándares clásicos de belleza. Muchas mujeres priorizan la expresividad, la sonrisa y, sobre todo, la mirada.

El contacto visual es determinante”, explica la socióloga española Ana María Cárdenas. “Un hombre con una mirada limpia y directa transmite sinceridad y seguridad. Por el contrario, alguien que evita la mirada puede ser percibido como esquivo o desconfiable”.

Más allá de la simetría facial, lo que gana terreno es la capacidad del rostro de generar emociones. Una sonrisa natural y genuina, por ejemplo, puede tener más impacto que unos rasgos perfectos.

El cuerpo: ¿qué zonas llaman más la atención?

Aunque las encuestas suelen arrojar respuestas diversas, hay coincidencias claras:

La espalda y los hombros: suelen ser interpretados como símbolo de fuerza y protección. No en un sentido meramente físico, sino también emocional.

Las manos: sorprendentemente, muchos testimonios femeninos señalan que unas manos cuidadas, limpias y firmes pueden resultar más atractivas que los músculos. “Las manos revelan mucho sobre una persona: si es cuidadosa, si es atenta, si se dedica a un oficio. Las mujeres leen esas señales”, apunta la psicóloga Mariana López.

Las piernas y la forma de caminar: no se trata de volumen muscular, sino de proporción y movimiento. Un andar natural suele ser más atractivo que un cuerpo hipertrofiado.

El trasero masculino: aunque durante años fue un tema poco abordado en conversaciones, muchas mujeres reconocen que es un punto de observación inevitable.

El estilo: mucho más que ropa

Un hombre puede ser atractivo sin necesidad de vestir con marcas caras, pero sí es fundamental que transmita cuidado y coherencia en su estilo”, afirma la antropóloga chilena Claudia Herrera. La ropa comunica pertenencia, actitud y hasta intenciones.

La clave no está en seguir tendencias, sino en reflejar autenticidad. Muchas mujeres coinciden en que lo atractivo es percibir que un hombre viste para sí mismo y no exclusivamente para impresionar.

Además, los detalles cuentan: calzado limpio, accesorios discretos y un toque de personalidad hacen la diferencia.

La voz y el olor: factores invisibles pero poderosos

La atracción no siempre entra por los ojos. La voz y el olor corporal juegan un papel determinante, aunque suelen ser subestimados.

El sociólogo mexicano Raúl Méndez recuerda un experimento en el que se pidió a un grupo de mujeres que escucharan grabaciones de distintas voces masculinas sin ver los rostros. El resultado: la mayoría eligió voces graves y firmes, no necesariamente por la tonalidad, sino por la seguridad que transmitían.

En cuanto al olor, se trata de un elemento biológico. “Hay una conexión directa entre las feromonas y la atracción”, explica la psicóloga clínica López. “Aunque hoy lo enmascaramos con perfumes, el olor natural sigue teniendo un peso inconsciente en la percepción femenina”.

El factor cultural: lo que dicta la sociedad

Más allá de lo biológico, la atracción también está moldeada por la cultura. En sociedades donde se valora la ostentación, es probable que las mujeres se fijen más en el auto, el reloj o los símbolos de poder económico. En cambio, en contextos más comunitarios, puede primar la solidaridad, el carisma y la conexión emocional.

“Lo que las mujeres miran también cambia con las épocas”, asegura la socióloga Cárdenas. “En los años 80, por ejemplo, el prototipo del hombre fuerte y musculoso tenía un peso enorme. Hoy, muchas mujeres priorizan la inteligencia emocional, la capacidad de escucha y el sentido del humor”.

El equilibrio final: más allá de lo físico

Después de escuchar a expertos y testimonios, se llega a una conclusión clara: lo que miran las mujeres no se reduce a un solo aspecto físico, sino a una suma de elementos. Postura, mirada, manos, estilo, voz, olor… pero, sobre todo, lo que esas señales transmiten sobre la personalidad y la seguridad del hombre.

La atracción es un fenómeno complejo, en el que lo biológico se mezcla con lo cultural y lo personal. No hay fórmulas mágicas ni patrones universales. Cada mujer observa desde su propia historia, desde sus propios deseos.

Y, al final, quizás lo más atractivo de un hombre no sea algo visible, sino la capacidad de transmitir autenticidad y conexión.

Síntesis

El eterno misterio de qué miran las mujeres al ver pasar a un hombre tiene tantas respuestas como miradas existen.

Pero una cosa es segura: en la intersección entre lo físico y lo emocional, lo que más seduce no es la perfección, sino la coherencia entre quién se es y cómo se proyecta.

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