Por Bethania Güilamo
Hay dos maneras en las cuales nos estamos bifurcando como humanidad: el grupo que está yendo por el camino del servicio a sí mismo, y el grupo que está yendo por el camino del servicio a los demás.
Estas dos maneras están determinando la «separación del trigo y la paja» que tanto se viene hablando.
Esto significa que cada cual va por el camino que su alma eligió, y también significa que, lo que ocurre afuera de nosotros tiene o no trascendencia de acuerdo al camino que se elige.
Quienes eligen el primer camino, de estar al servicio de sí mismos, todo lo que sucede afuera les afecta, porque su realidad es lo que pueden experimentar a través de los sentidos, y por lo tanto, más allá de ahí, no hay nada.
No tienen una vida interior estructurada para que eso suceda. Su vida transcurre en sus vórtices de energía, del ombligo para abajo, y es desde ahí donde hacen su experiencia de vida.
Sin embargo, los que eligen el servicio a los demás, nada de lo que pasa afuera tiene el poder de afectarles, porque su realidad es otra, totalmente diferente. Esas personas, tienen sus vortices de energía que fluyen hacia arriba y conectan con otra realidad que no vemos.
Lo que sucede es, que para estar al servicio de los demás, hay que integrar una serie de requerimientos individualmente dentro de nuestra vida interior. Sin vida interior, no podemos reconocer al otro. Nadie puede hacerlo por nosotros.
Esos requerimientos son:
Intuición (sabemos que la tenemos y no necesitamos nadie que la valide, porque lo comprobamos por nosotros mismos), Conocimiento (entonces vamos en busca de conocer todo lo que existe detrás de eso que hemos comprobado en nosotros), Entendimiento (entendemos como todo lo que existe, está conectado e integrado), Sabiduría (aprendemos las lecciones de cada experiencia y no tenemos que repetirla), Compasión (reconocemos el otro en nosotros, porque sabemos que todo está conectado, y entonces aparece la motivación para ayudar).
¡Esto de termina siendo hecho automáticamente y nos hace entrar en la otra realidad inimaginable e infinita!
Ilusión de nuestro ego
Todo eso que sentimos tan real frente a la experiencia que no nos gusta, en realidad es una ilusión de nuestro ego, del personaje que creemos que somos.
La información dada hasta ahora a seres humanos muy evolucionados, que en los ultimos años, todo lo que han dicho ha ido apareciendo de manera impresionante, es increíble.
Ellos coinciden en que, el humano de la Tierra, es una raza genéticamente creada, llamada Adam Kadmon. Adam significa que estamos hechos de los componentes químicos de la Tierra, y Kadmon significa que estamos integrados multidimensionalmente al universo.
Que es una raza, hecha a imagen y semejanza de la Fuente Divina, porque contiene átomos cimientes de esa fuente. Esto nos hace eternos. No todos en el universo tienen esto.
Que experimentamos en forma humana, en un planeta que llamamos Tierra, que también, al igual que nosotros, tiene Luz, consciencia, energía e información. Que esto es una escuela, donde vinimos aprender cuanta luz cabe en la materia.
No se necesita rango social, político, religioso, ni títulos académicos, para poder acceder a eso. Solo se necesita respeto y amor sin condiciones, por toda la existencia, y cuando lo hacemos, vamos conectando y recordando la grandeza que somos.
Por eso, dentro del dolor y el caos, dentro de la incredulidad y no merecimiento, de cualquier tipo de experiencia, tenemos que practicar aceptación, agradecimiento y aplicar la incondicionalidad del amor.
Soltar cualquier expectativa de que cada experiencia que hemos tenido, debe o debió ser diferente. Esto hace que comencemos a entender claramente que, esta vida humana es solo un tramo del camino, infinito y eterno, de nuestro viaje, que en este momento está en ascensión.