Redacción Exposición Mediática.- En el corazón del desierto peruano, cerca de la pequeña ciudad de Ica, yace uno de los misterios más desconcertantes y polémicos del mundo arqueológico: las enigmáticas piedras de Ica.
Estos cantos rodados de andesita volcánica, de tonalidades grises y negruzcas, se han convertido en objeto de controversia desde mediados del siglo XX, pues en sus superficies aparecen grabados que desafían toda lógica histórica y científica.
Dinosaurios, cirugías de corazón abierto, mapas de continentes perdidos, telescopios, trasplantes de órganos e incluso representaciones de seres humanos interactuando con criaturas prehistóricas son solo algunos de los motivos grabados en estas piedras.
De ser auténticas, implicarían que una civilización con conocimientos avanzados existió hace miles, quizás millones de años, reescribiendo por completo nuestra comprensión de la historia.
Pero ¿qué son exactamente las piedras de Ica? ¿Un fraude elaborado o la prueba tangible de un pasado imposible?
El hallazgo y la controversia inicial
La historia moderna de las piedras comienza en la década de 1960, cuando el médico peruano Javier Cabrera Darquea, aficionado a la arqueología, recibió como obsequio una de estas rocas grabadas.
Lo que parecía una simple curiosidad pronto se transformó en una obsesión: Cabrera comenzó a reunir una inmensa colección de más de 10,000 piezas, convencido de que había descubierto el testimonio de una civilización perdida.
Los campesinos locales afirmaban haber encontrado las piedras en cuevas y riberas cercanas al desierto de Ocucaje. Sin embargo, pronto surgieron dudas. Algunos de esos mismos campesinos admitieron más tarde que las fabricaban con buriles y ácidos para venderlas a coleccionistas y turistas.
Este hecho marcó el inicio de un debate que aún hoy permanece abierto: ¿son todas las piedras falsificaciones modernas o existen entre ellas ejemplares auténticos que escapan a cualquier explicación convencional?
Los grabados imposibles
Lo que más sorprende de las piedras no es su existencia, sino su contenido. Los motivos grabados abarcan una amplia gama de temas que, de ser verídicos, resultan imposibles para las culturas precolombinas conocidas:
Escenas de dinosaurios: hombres cazando o conviviendo con especies como triceratops, brontosaurios y estegosaurios.
Conocimientos médicos avanzados: representaciones de complejas operaciones quirúrgicas, incluso trasplantes de órganos y cesáreas con instrumental similar al moderno.
Astronomía y geografía: mapas de continentes desaparecidos, como la mítica Atlántida, y observaciones del cielo con telescopios rudimentarios.
Tecnología anacrónica: figuras que aparentan manejar máquinas voladoras o vehículos desconocidos.
Estos grabados descolocan a los arqueólogos, ya que contradicen el conocimiento aceptado sobre las culturas andinas.
Ninguna civilización prehispánica registrada poseía tales saberes científicos ni la convivencia con dinosaurios es siquiera concebible dentro de la cronología establecida por la paleontología.
Posturas enfrentadas
El debate sobre las piedras de Ica se divide en dos grandes campos:
• Los escépticos, que sostienen que se trata de un fraude contemporáneo. Argumentan que las confesiones de los campesinos y las pruebas de tallados modernos en algunas piedras son suficientes para descartarlas como evidencia arqueológica. Para ellos, los grabados no son más que el resultado de una lucrativa invención destinada al turismo y al sensacionalismo.
• Los defensores, entre los cuales destacó Javier Cabrera, quien sostuvo hasta su muerte en 2001 que las piedras constituían la biblioteca de una civilización antediluviana, posiblemente destruida por cataclismos. Según él, aquellos grabados registraban conocimientos de una humanidad anterior, borrada de la memoria oficial de la historia.
La comunidad científica, en su mayoría, se alinea con la primera postura. Sin embargo, el misterio persiste, porque incluso si muchas piedras fueron falsificadas, algunas presentan pátinas de desgaste y señales de antigüedad difíciles de explicar.
Una biblioteca lítica de otra humanidad
Cabrera acuñó el término “gliptolítica” para referirse a esta supuesta cultura perdida. Según su teoría, las piedras habrían servido como soporte de conocimiento, como una suerte de enciclopedia de piedra que sobrevivió a cataclismos naturales y al paso del tiempo.
Su museo privado en Ica, que aún existe, muestra miles de estas piezas organizadas temáticamente: medicina, zoología, astronomía, cartografía, entre otros.
La visión de miles de piedras juntas es, sin duda, impactante y deja al visitante con la sensación de estar frente a un legado imposible de ignorar, aun si fuese falso.
Ciencia, mito o negocio
El dilema de las piedras de Ica radica en que se encuentran en la frontera difusa entre la ciencia, el mito y el comercio.
¿Es posible que campesinos analfabetos hayan logrado falsificaciones tan detalladas y complejas, con una iconografía coherente entre miles de piezas? ¿O se trata, por el contrario, de un elaborado engaño sostenido por la fascinación humana hacia lo misterioso?
Para los creyentes, las piedras son una prueba de que la historia humana es mucho más antigua y compleja de lo que admiten los manuales escolares.
Para los escépticos, son una lección sobre la facilidad con que los fraudes pueden ganar notoriedad cuando apelan al asombro colectivo.
Reflexión
Las piedras de Ica, reales o falsas, cumplen con una función esencial: nos invitan a cuestionar la historia oficial y a mantener viva la curiosidad humana.
Tal vez nunca sepamos si fueron grabadas por manos modernas o si, en verdad, constituyen el eco de una civilización desaparecida.
Lo innegable es que el enigma sigue en pie. Mientras algunas piezas parecen burdas falsificaciones, otras desafían la explicación simple.
¿Acaso la historia guarda capítulos aún ocultos que esperan ser descubiertos? ¿O se trata únicamente de un espejo de nuestra necesidad de creer en lo imposible?
En el silencio del desierto de Ica, miles de piedras permanecen allí, con sus misteriosos grabados, recordándonos que la línea entre la ciencia y el mito es mucho más delgada de lo que creemos.
Y quizás, entre esas piedras polvorientas, aguarde todavía la clave de un pasado que nunca conocimos…