Por Fernando Betancourt
El seguro médico de los maestros en República Dominicana ha sido víctima de desfalcos millonarios, dejando a los docentes en una situación de vulnerabilidad cuando más necesitan atención médica.
A pesar de los aportes descontados de sus salarios, el sistema ha sido saqueado por funcionarios corruptos, y los responsables han enfrentado la justicia, pero sin consecuencias reales.
Uno de los casos más notorios de corrupción dentro del Seguro Médico para Maestros (SEMMA) involucró a Marcelino Rijo Guzmán, Eddy Leonardo Terrero Fermín y Bélgica Olga Díaz Moreno, quienes fueron acusados de desfalcar más de RD$500 millones.
En 2019, el Primer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional los condenó a tres años de prisión, además de imponerles multas y la prohibición de ocupar cargos públicos. Sin embargo, a pesar de la sentencia, la impunidad sigue siendo un problema, y el dinero robado no ha sido completamente restituido.
Lo grande de todo esto es que mientras ellos roban más de RD$500 millones solo los condenan a tres años, mientras tanto hay personas en nuestras cárceles por un racimo de plátanos, por un salami y se están pudriendo en ellas.
Es como decirle a la gente, si van a robar, roben mucho para que puedan repartir y así salirse con las suyas. Mientras tanto ellos disfrutan con holgura del sacrificio de tantos maestros que durante años entregaron su esfuerzo en las aulas para darle a este país los hombres y mujeres que continuarían dirigiendo los destinos de este mismo.
Reconozco que robo es robo, aunque sea un centavo, pero por que a estas personas no se les imponen sanciones que les permita reivindicarse, no, todo lo contrario, los maltratan y los hecha al olvido mientras que los ladrones de cuello blanco se burlan en la cara del pueblo y de los profesionales.
A lo largo de los años, han salido a la luz múltiples casos de desfalco y corrupción dentro del sistema de seguro médico magisterial.
La falta de transparencia y supervisión ha permitido que estas irregularidades continúen, afectando directamente la calidad del servicio médico que los maestros reciben. Instituciones como el Instituto Nacional de Bienestar Magisterial (INABIMA) y el SEMMA deberían rendir cuentas y ser auditadas regularmente, pero los controles internos han demostrado ser ineficientes.
Si esta situación persiste, los maestros seguirán enfrentando dificultades para acceder a consultas médicas, tratamientos especializados y medicamentos esenciales.
La falta de confianza en el sistema de salud magisterial ha llevado a muchos docentes a buscar alternativas privadas, lo que representa un gasto adicional que no deberían asumir.
El sistema de seguro médico de los maestros está regulado por entidades gubernamentales, pero la falta de sanciones severas y la ausencia de un plan de reestructuración han permitido que los problemas continúen. Se han planteado propuestas para desarticular el seguro actual y trasladarlo a otras manos, pero hasta ahora no se han tomado medidas concretas.
Los maestros han sido históricamente una pieza fundamental en la sociedad, formando a generaciones de profesionales en todas las áreas. No pueden seguir siendo ignorados ni tratados como ciudadanos de segunda categoría. Es momento de exigir respuestas, transparencia y soluciones reales.
La salud y el bienestar de los docentes no pueden seguir siendo moneda de cambio para la corrupción.
Maestro, abre los ojos. Se está jugando con tu salud mientras otros se enriquecen con tu esfuerzo.
Es hora de poner fin a estos abusos y exigir que cada peso descontado de tu salario se traduzca en un servicio médico digno y eficiente.
¿Hasta cuándo seguirán en silencio?