Por Adolfo Nuñez
Antes de entrar en contexto, con el objetivo de este artículo, me permito hacer una precisión: Según la Real Academia Española, el verbo «escuchar» (el cual es transitivo) significa «Prestar atención a lo que se oye» y también «Dar oídos, atender a un aviso, consejo o sugerencia«.
Dicho ésto y entrando ya en materia: Hay una distancia bastante larga y una diferencia súper amplia, entre la práctica de oír y escuchar palabras.
Oír, es una facilidad fisiológica que voluntaria o involuntariamente, a través de nuestro sentido auditivo percibimos algún ruido o sonido. De forma automática, es una acción que no necesariamente requiere ningún tipo de atención. Por ejemplo, se puede oír el televisor o la música sin prestarle ningún tipo de atención. Se puede oír el sonido de los carros sin prestarle ningún tipo de atención.
Escuchar, requiere que de forma consciente se le preste atención a algún ruido o sonido, incluyendo las palabras que pronunciamos mientras nos comunicamos unos con otros, con el fin de transmitir un mensaje, una información. Escuchar requiere no solamente percibir el sonido de las palabras, sino también procesarlas, darle sentido con el fin de aprender algo de ellas. Por ejemplo, escuchar lo que se nos dice durante una conversación, con el fin de aprender lo que se nos está diciendo.
Es difícil encontrar a alguien que sepa escuchar, que esté dispuesto a escuchar con atención, con respeto y con paciencia lo que se le está diciendo; debemos admitir que guardar silencio mientras otros hablan, se ha convertido en un reto para casi todo ser humano.
Preferimos expresar lo que queremos, creemos y sentimos, por encima de escuchar lo que se nos quiere decir; y así, con esa actitud desarrollamos la mala costumbre de constantemente interrumpir la persona quien mientras habla, nos está tratando de informar o decir algo.
Nos creemos capaces con nuestras palabras, de quitar o mitigar el dolor de alguien que haya perdido un ser querido, un trabajo o que esté pasando por una crisis; sin entender que muchas veces el mejor regalo que podemos darle a alguien, es nuestro silencio.
Cuando guardamos silencio mientras otros hablan, le damos la oportunidad y abrimos la puerta a nuestra habilidad de mejorar la inteligencia mental y emocional; en ocasiones, a aumentar, a equilibrar nuestro estado de ánimo.
Debemos entender que en ocasiones, nuestras palabras son inadecuadas e innecesarias. Entendamos que hay ocasiones en las que nuestro silencio vale más que nuestras palabras. El día que aprendamos, que mientras hablamos solamente decimos lo que ya sabemos y que no hay información nueva entrando a elevar nuestro conocimiento, ese día nos regalamos la oportunidad de seguir aprendiendo.
La importancia de escuchar
La escucha es fundamental para la comunicación efectiva y el fortalecimiento de las relaciones interpersonales, tanto en el ámbito personal como profesional.
Escuchar activamente, más allá de oír las palabras, implica comprender las emociones y el mensaje completo de la otra persona, lo que fomenta la empatía, reduce malentendidos y construye vínculos más sólidos.
Ventajas al saber escuchar
•Mejora la comunicación:
Permite entender mejor lo que la otra persona quiere expresar, evitando confusiones y malentendidos.
•Fortalece las relaciones:
Al demostrar interés genuino en lo que el otro dice, se crea un ambiente de confianza y conexión.
•Fomenta la empatía:
La escucha activa facilita la comprensión de las emociones y perspectivas ajenas, promoviendo la empatía.
•Impulsa la colaboración:
En entornos laborales, la escucha activa es esencial para el trabajo en equipo, la resolución de conflictos y el logro de objetivos comunes.
•Favorece el aprendizaje:
Al escuchar con atención, se puede aprender de las experiencias y conocimientos de los demás.
•Mejora la salud mental:
Sentirse escuchado ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, promoviendo el bienestar emociona.
Cómo practicar la escucha activa
•Presta atención: Concentra tu atención en la persona que habla, evitando distracciones.
•Muestra interés: Utiliza lenguaje corporal positivo, como contacto visual y asentimiento, para mostrar que estás escuchando.
•Evita interrumpir: Permite que la otra persona termine de hablar antes de responder.
•Haz preguntas: Aclara dudas y muestra interés en profundizar en el tema.
•Parafrasea y resume: Repite lo que has entendido para asegurarte de que has comprendido correctamente.
Valida los sentimientos: Reconoce las emociones expresadas por la otra persona, mostrando empatía.
La escucha activa es una habilidad valiosa que requiere práctica y atención. Al escuchar con intención y empatía, podemos construir relaciones más sólidas, mejorar la comunicación y promover un ambiente más positivo y colaborativo
Recuerda: Todo tiene su tiempo … Hay tiempo de callar, y hay tiempo de hablar.
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