Por Óscar López Reyes
El gordiflón se sentía como un rey por su talla grande y más aventado que una morcilla, en virtud de su alimentación al revés. Con cierto postín se vanagloriaba en decir que por el exceso de su masa corporal acurrucaba y apretaba más calurosamente a su pareja, cuando se caía no se le rompían los huesos, nadie lo empujaba en el asiento delantero de los vehículos, porque lo dejaban solito; nadaba en el agua más boyante que los flacuchentos, tenía más resistencia para soportar el frío y con facilidad se quedaba dormido, plácidamente, en cualquier lugar público.
Sin confundir la sátira con la burla, revelaba que quería seguir comiendo más que Buquí, para tener una sobrada reserva de energía. Detectaba a los gordofóbicos, y también se mostraba orondo con su sobrepeso, porque los amigos le ayudaban a levantarse de las sillas, se sentía más contento y dulce que la diabetes, la hipertensión y el colesterol, ya que le permitían probar nuevos alimentos, ser más disciplinado y exhibir sus brazos y piernas gruesas.
Si usted sufre una de esas enfermedades y decide no tomar los medicamentos ni ejercitarse, seguramente que, por ahora, no se casará con las antiguas necrópolis y los hermosos cementerios ornamentales. Y durará una eternidad si no lleva una dieta balanceada, duerme un chin, nunca va al médico, fuma como un murciélago y empina el codo para colocarse en el hocico una desbordante cantidad de alcohol. Así tendrá, innegablemente, una larga vida.
Puesto al revés. Si quiere engordar como un hipopótamo y morir en las próximas horas, siga los siguientes pasos:
1.- Degustar frutas y vegetales frescos, queso natural, yogur y leche descremada, para rejuvenecer y vender, sin trucos añejos, medio siglo de existencia, lejos de chistes gordos.
2.- Masticar, decentemente, espinaca, lechuga, rábanos, aguacate, cepa de apio, auyama, fresas y frambuesas, agua con limón y brócoli/coliflor, para no ver abombado el abdomen y espantar la glotonería abrumadora.
3.- Mascar, chupándose los dedos, soya, berenjenas, gluten, tofú, frijoles o habichuelas, garbanzos, lentejas, arvejas y otros productos de la dieta vegetariana, que sustituyen a la carne y son más ricos en proteínas, fibras, minerales y grasas sanas, para apaciguar la hormona del gran apetito, sin azúcar, sal y bajo en carbohidratos, sin cometer el pecado de la gula.
4.- Yantar raciones de frutos secos, maní, coco, nueces, almendra, avellana, macadamia, semillas de auyamas y girasoles, que quitan la anemia con sus minerales, zinc, fósforo, magnesio, potasio y selenio, en el trayecto de acercarse a la gloria de Dios.
5.- Consumir -en la bandeja de la moderación- granos y cereales integrales: arroz, trigo, sorgo, maíz, avena, pan, centeno y cebada, sin torcer los labios en el remordimiento, para ahuyentar el sobrepeso y lograr mayor claridad mental.
6.- Mover activamente los huesos y los intestinos, bailando a golpes de cintura; apresurando los pasos en terrazas y explanadas sin techos; nadando, pedaleando y haciendo otros cardiovasculares, para quemar grasas en un aire con olor a flores y árboles, en el néctar de tierra adentro.
7.- Aplacar la ansiedad de comer desproporcionadamente, a través de la meditación y la Hatha Yoga. El que menos menee la quijada y más el esqueleto, por más tiempo permanecerá sonriente en la órbita planetaria.
8.- Nutrirse con suplementos vitamínicos: A, B, C, D, E y K, caminando descalzos en el bosque de un cerro, hacia la conquista del buen ánimo y respirando regocijados.
9.- Ayunar dos o tres días a la semana y cuatro días consecutivos cada seis meses, en razón de higienizar el aparato digestivo. ¿Y qué más? Para ponerlo a descansar.
10.- Dormir lo necesario, beber el chorro de agua indispensable, no fumar ni tomar alcohol y transitar sin tensión, bien relajado. ¡Aleluya!
Para controlar adecuadamente la sobrealimentación, se aconseja acudir a consultorios de nutriólogos, endocrinólogos y psiquiatras, en este último caso para contener o eliminar la ansiedad del apetito. También se prefiere la práctica de Hatha Yoga y Mantra Yoga o meditación, en la mesa naturista, ya sea como a) vegano (se alimenta únicamente de frutas, vegetales, frutos secos, semillas y cereales integrados); b) vegetariano (también desecha la carne y el pescado, aunque consume productos derivados de animales, como lácteos, huevos y miel), y c) flexitariano, que come frutas, vegetales, lácteos y, en circunstancias especiales, carne y pescado.
¡Ha, ha, ha!, ¡ji, ji, ji!, ¡jo, jo, jo! Al derecho y no al revés, asegure –sin soledad en la carrera contra el reloj- la mejor calidad de vida con diversión en veladas de parques, en clubes con luces multicolores que iluminan pistas de bailes; excursiones por montañas y paseos por playas, en bodegas de sueños y esperanzas rumbo a la longevidad más placentera, peinados y maquillados. ¡Amén!.