Por Lester Mckenzie

Nos ha tocado hondamente a todos la tragedia ocurrida el pasado 8 de abril al desplomarse el techo de la discoteca Jet Set con el local a casa llena convirtiéndose en nuestro 11 de septiembre.

Escuchando reporteros, comentaristas por radio y TV, leyendo las redes, en ocasiones no salgo del asombro al oír sus análisis y la manera como se expresan.

En la tragedia del 11 de septiembre nadie vio un cadáver por una de las cadenas de TV norteamericanas, ni un reportero tratando con insistencia de entrevistar un familiar ahogado en llanto, pero aquí es todo lo contrario. Con mucho tino decía Cornelia Margarita «Somos asi y asi somos» y estoy convencido de que la moderación ha de ser una pieza clave en estos momentos.

En este Domingo de Ramos el cual abre las puertas para la celebración de la solemnidad de la Semana Santa, el momento es propicio para que reflexionemos sobre el contenido de esa palabra.

La moderación es uno de los valores más importantes del  ser humano, convirtiéndose en pieza vital en la construcción de los muros del hogar así como en el trato interpersonal en nuestra sociedad y podríamos decir que es equivalente a la mesura, a la prudencia.

Es una manera de actuar, de comportamiento que busca la forma de ser equilibrados, ecuánimes, de sentirnos ubicados en el centro sin caer en los extremos, en los excesos.

Ser moderados es entender por ejemplo, que la vida es como un viaje por una carretera con obstáculos, con vías alternas hacia el éxito y/o el fracaso, hacia los aciertos o los errores y la clave está en desplazarnos por esa senda sin caer en los límites y sabiendo tomar la vía alterna correcta cuando fuere necesario.

El que está concentrado en el origen o en el destino se pierde lo que en verdad importa: El camino. Todo en exceso es dañino y si no actuamos con moderación no podremos establecer una frontera entre lo que es “exceso” y “lo que está bien”.

Una persona que no practica la moderación tiene su vida en riesgo constante ya que cualquier cosa le puede pasar por motivos de esa falta de límites.

Si nos ponemos a pensar, hacemos una retrospectiva sincera, nos daremos cuenta de que muchas personas que conocemos o hemos conocido tuvieron un mal resultado en su vida porque no fueron moderados y esto les llevó a caer en desgracias como las drogas, el alcohol, problemas de salud (obesidad, anorexia, ulceras, etc.), de violencia y hasta la muerte. Ser moderado es actuar con prudencia, cordura, sensatez y también con justicia.

Es una virtud que todos debemos tener y saber poner en práctica para así llevar una vida balanceada y sana tanto física como mental y espiritualmente.

Todo en exceso es dañino: Comer en exceso no es aconsejable, llevar una dieta exagerada enferma, hacer ejercicio físico desmedidamente deshidrata y eleva los riesgos de lesiones, estar inactivo lleva a la ociosidad, a la obesidad, al vicio… al aburrimiento.

Cuando hablamos sin control, sin moderación,  corremos el gran riesgo como ha ocurrido en muchas ocasiones, de decir algo indebido que hiera a alguien y esa moderación es una gran colaboradora en la ruta a reducir esos excesos.

Debemos tratar de limitarnos, controlarnos, hasta restringirnos en ocasiones en los diferentes aspectos de nuestra vida de modo que lleguemos a encontrar la felicidad y la paz interior dentro de los límites razonables.

¡Feliz domingo para todos, en familia como debe ser, un sinfín de bendiciones celestiales y a tener presente que aun en medio del exceso hay espacio para la moderación!

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