Por Lester McKenzie

Estemos o no de acuerdo con ello, vivimos en la era de la globalización y debemos estar conscientes de que el aletear de una mariposa en Singapur puede ejercer algún tipo de influencia en el diario vivir, en el comportamiento de residentes en Los Alcarrizos y aunque nos parezca una mera especulación, fantástica quizás queridos lectores, no lo es.

Ya está comprobado que no podemos poner distancia entre nosotros y hechos, sin importar su índole, imprevisibles.

Sin embargo, debemos reducir a su más mínima expresión la paranoia personal y colectiva que es lo que pretenden instaurar los enemigos de valores imperecederos de la cultura universal.

Trabajemos la cultura de la vida. Derecho a la vida es derecho a nacer, alimentarse, a tener y disfrutar de buena salud y educación tanto hogareña como académica, vivienda y trabajo, paz y dignidad. Derecho al crecimiento espiritual, a la vida del Espíritu, que no es tan fácil para muchos cuando falta un mínimo de bienestar material.

La física y la química, conocidas hoy por muchos como las ciencias más materialistas, son en esta época de las más propensas a las especulaciones filosóficas por los enigmas que nos presentan.

Cuanto mas problemas se estudian, más profundos y complicados misterios aparecen, y es que ese es el enigma de la vida, pues cuando conseguimos abrir una puerta después de múltiples esfuerzos, aparece(n) otra(s) íntimamente relacionada(s) pero cerrada(s).

En el campo de la biología y de la medicina, como también en la tecnología, los progresos se suceden sin interrupción, a cada instante, y cosas que no hace mucho se consideraban utópicas hoy se han convertido con relativa facilidad en realidad.

La humanidad debe progresar en el respeto y defensa de la vida. Si no se da una progresión moral paralela a la de la técnica serán cada vez más, los pobres y marginados donde más se reflejen las consecuencias.

El discurso ideológico de la globalización busca ocultar que ella viene robusteciendo el bolsillo, la riqueza de unos cuantos y aumentando la pobreza de millones.

No puede haber una sociedad floreciente cuando una gran cantidad de sus miembros son pobres y desdichados. Por lo tanto, los avances conseguidos solo servirán para que unos hombres dominen sobre otros. De aquí concluimos que una cosa son “los conocimientos” y otra “la sabiduría”.

El verdadero progreso social no consiste en aumentar las necesidades, sino reducirlas.

¡Feliz domingo para todos en familia, como debe ser!

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