Por Adolfo Núñez
El ser humano busca, se interesa y es atraído por el heroísmo de otros seres humanos. Para ser claro y específico, héroes genuinos, auténticos; hombres y mujeres que se caracterizan por ser honestos, por su coraje de hablar con la verdad; hombres y mujeres que no solo dicen la verdad, sino que también la practican y por ende no se asocian con lo inmoral, con la corrupción en la que hoy se ahoga nuestra sociedad.
Sus riesgos, al igual que sus logros, se mantienen igual que la verdad: incambiables para siempre; se mantienen como dicen en Inglés, “On a league of their own.” “En una liga aparte, por encima del resto.”
¿Perfectos? ¡No, definitivamente no!
Esos héroes (muchos de ellos con una educación académica limitada) son seres humanos imperfectos, llenos de defectos al igual que tú y yo; pero que al mismo tiempo nos inspiran a ser mejores seres humanos; nos inspiran a pensar en los demás, a vivir fuera de uno mismo y junto a nuestro egocentrismo, quitarnos del medio.
Son gentes que vienen de diferentes segmentos en la sociedad como la política, la religión, los deportes, el entretenimiento artístico, y la milicia entre otros.
Gente a la que se puede admirar, sin la sospecha de decepción o hipocresía. Gente que muestra integridad cuando está frente al público en un escenario, al igual que cuando nadie está mirando.
Debido a mi impaciencia y desesperación, se me quedó esta parte del artículo:
Es triste y lamentable admitir que en nuestra sociedad, mientras más altos son los títulos, diplomas o doctorados; mientras más alta y sofisticada es la posición que ocupan la gran mayoría de los líderes de hoy en día; más altos son los crímenes, la injusticia, la falta de respeto al público, la ausencia de moral y la corrupción que se vive día tras día. Y todo, como si fueran inmutables, inmune a la ley.
Indispensables en sí, los títulos académicos, aunque no siempre, nos muestran la cruda realidad del abuso de poder, abuso de autoridad y abuso de posición que diariamente vemos en el cine, el teatro, la radio, la televisión, lo cibernético, la tecnología.
El abuso de poder, abuso de autoridad y abuso de posición que afecta a cada hogar de aquellos que por escasos recursos no pueden acceder beneficios que deberían ser gratis, aquellos que podrían ser beneficiados con solamente lo que le sobra a aquel que tiene todos los títulos, que ocupa la posición más alta y prestigiosa; pero que la ocupa para su propio beneficio, para abusar de ella.
Cada cuatro años, los políticos usan, presentan y promueven el tema de la educación como uno de sus principales vehículos para llegar a la presidencia.
No olvidando ni ignorando el hecho de que fueron elegidos por el no pudiente, que creyendo en ellos le dio su voto; sino que conscientemente, ya subidos en el poder, en la posición a la que fueron llevados, no hacen por la educación lo que prometieron antes de llegar al poder, a la posición.